La gota es la artritis inflamatoria más común en adultos, 34 veces más frecuente que la artritis reumatoide. La guía de práctica clínica para su diagnóstico y manejo se publicó en junio de 2022 y fue desarrollada por The National Institute for Health and Care Excellence (NICE). Este documento consigna recomendaciones sobre tratamiento de las crisis de la enfermedad, el rol de los corticosteroides, los objetivos de la terapia y las indicaciones de remisión a reumatología. 

Esta guía de práctica clínica abarca el diagnóstico y manejo de la gota. Incluye recomendaciones sobre el diagnóstico, el tratamiento de las crisis, la terapia a largo plazo y la derivación a servicios especializados.1 La prevalencia de la gota es del 14% a nivel mundial y la incidencia ronda dentro del 0.1 y el 0.3%. Es más común en hombres que en mujeres en una proporción que oscila entre 3:1 y 10:1. La incidencia y prevalencia de esta enfermedad aumenta con cada década de la vida, y tiene una proporción del 11% al 13% en personas mayores de 80 años.2 La gota es un trastorno metabólico común con síntomas de inflamación localizada, causada por el depósito crónico y/o episódico de cristales de urato monosódico en las articulaciones y los tejidos blandos, lo que provoca una crisis o brote.3 A continuación, se mencionan las recomendaciones más importantes consignadas en esta guía de práctica clínica. <h3>Diagnóstico1 </h3><h4>Signos y síntomas </h4>Se debe sospechar gota en personas que presenten cualquiera de los siguientes síntomas:  <ul><li>Aparición rápida (a menudo de un día para otro) de dolor intenso junto con eritema y edema, en una o ambas articulaciones de la primera metatarsofalángica. </li><li>Presencia de tofos.  </li></ul>Considerar el diagnóstico de artritis gotosa crónica en personas que presentan dolor articular inflamatorio crónico. Se recomienda medir el nivel de ácido úrico en suero en personas con signos y síntomas de la enfermedad para confirmar el diagnóstico clínico (nivel de ácido úrico sérico ≥6 mg/dL). Si el nivel es &lt;6 mg/dL durante una crisis, se debe repetir la medición al menos dos semanas después de resuelto el brote. Considerar una artrocentesis y el examen microscópico del líquido sinovial si el diagnóstico sigue siendo incierto o no se confirma. Si no se puede realizar una aspiración articular o el diagnóstico sigue siendo incierto, se aconseja tomar imágenes diagnósticas de las articulaciones afectadas (radiografía, ecografía, tomografía axial computarizada). <h3>Manejo de crisis gotosas </h3><h4>Tratamiento </h4>Ofrecer un antiinflamatorio no esteroideo (AINE), colchicina o un curso corto de corticosteroides orales para el tratamiento de primera línea de una crisis, teniendo en cuenta las comorbilidades y preferencias. Considerar añadir un inhibidor de la bomba de protones para los pacientes que tomen AINE. Considerar una inyección intraarticular o intramuscular de corticosteroides para tratar un brote si los AINE y la colchicina están contraindicados, no se toleran o son ineficaces. No se debe ofrecer un inhibidor de la interleucina-1 (IL-1) para tratar una crisis a menos que los AINE, la colchicina y los corticosteroides estén contraindicados, no sean tolerados o sean ineficaces. <h4>Seguimiento </h4>Agendar una cita de control después de que la crisis haya remitido para:  <ul><li>Medir el nivel de ácido úrico en sangre.  </li><li>Dar información sobre la gota y cómo autogestionarla. </li><li>Evaluar el estilo de vida y las comorbilidades (incluidos los factores de riesgo cardiovascular).  </li><li>Revisar el tratamiento farmacológico y discutir los riesgos y beneficios de la terapia reductora de ácido úrico (TRAU) a largo plazo. </li></ul><h4>Dieta y estilo de vida </h4>No existe evidencia suficiente que demuestre que una dieta específica prevenga las crisis o reduzca los niveles séricos de ácido úrico. Se debe aconsejar seguir una alimentación sana y equilibrada. Informar a las personas con gota que el sobrepeso, la obesidad o el consumo excesivo de alcohol pueden exacerbar los síntomas y las crisis. <h3>Manejo a largo plazo </h3><h4>Tratamiento con TRAU </h4>Se debe ofrecer a las personas con gota que tienen:  <ul><li>Crisis múltiples. </li><li>Enfermedad renal crónica estadio 3 a 5.   </li><li>Tratamiento con diuréticos.  </li><li>Tofos.  </li><li>Artritis gotosa crónica.</li></ul>La TRAU suele continuarse después de alcanzar el nivel de ácido úrico objetivo, y por lo general es un tratamiento de por vida. Iniciar la TRAU de 2 a 4 semanas después de que se haya resuelto el brote de gota. Si estos son frecuentes, la TRAU puede iniciarse durante una crisis.<h4>Estrategia de tratamiento por objetivo </h4>Comenzar con una dosis baja de TRAU y utilizar los niveles séricos mensuales para guiar aumentos de la dosis, según se tolere, hasta alcanzar el nivel de ácido úrico objetivo.   <h4>Objetivos de ácido úrico </h4>El objetivo es un nivel de ácido úrico sérico &lt;6 mg/dL. Considerar un nivel &lt;5 mg/dL para las personas con gota que:  <ul><li>Tengan tofos o artritis gotosa crónica.  </li><li>Sigan teniendo brotes frecuentes a pesar de tener un nivel &lt;6 mg/dL. </li></ul><h4>Terapias reductoras de ácido úrico </h4>Ofrecer alopurinol o febuxostat como tratamiento de primera línea, teniendo en cuenta las comorbilidades de la persona y sus preferencias. Ofrecer alopurinol como tratamiento de primera línea a los individuos con gota que tengan enfermedad cardiovascular grave (por ejemplo, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular o angina inestable). Considerar el cambio a un tratamiento de segunda línea con alopurinol o febuxostat si no se alcanza el nivel objetivo de ácido úrico o no se tolera el tratamiento de primera línea, según las comorbilidades de la persona. Considerar añadir un inhibidor de la bomba de protones en pacientes que estén tomando un AINE o un corticosteroide para prevenir los brotes de gota al comenzar o estar en titulación de TRAU.  No ofrecer un inhibidor de la IL-1 cuando se inicie o titule la TRAU para prevenir las crisis, a menos que la colchicina, los AINE y los corticosteroides estén contraindicados, no sean tolerados o sean ineficaces. Remitir al paciente a un servicio de reumatología antes de prescribir un inhibidor de la IL-1. Considerar el control anual del nivel sérico de ácido úrico en personas con gota que continúan con la TRAU después de alcanzar su nivel objetivo. <h3>Perlas clínicas1 </h3><ul><li>Dentro de los diagnósticos diferenciales, se debe valorar la posibilidad de artritis séptica, enfermedad por cristales de pirofosfato cálcico y otras artritis inflamatorias. </li><li>Informar a los pacientes cualquier factor de riesgo de gota que tengan: genético,  obesidad,  enfermedad renal crónica o hipertensión arterial. </li><li>El tratamiento de la gota se dirige a reducir los niveles de ácido úrico, prevenir los brotes, disminuir los tofos, y prevenir el daño articular a largo plazo. </li><li>Recomendar a las personas con gota la aplicación de compresas de hielo en la articulación afectada y adherirse al tratamiento </li><li>Remitir a reumatología si el diagnóstico es incierto, el paciente tiene una enfermedad renal crónica estadios 3b a 5 o fue receptor de un trasplante de órgano. </li></ul>

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Guía NICE gota: diagnóstico y tratamiento 2022

¿Conoce los objetivos de tratamiento para un paciente con gota?