El Consenso Clínico de la Sociedad Europea de Cardiología revisa la evidencia actual sobre la obesidad, los factores de riesgo cardiovascular y las enfermedades cardíacas.

La obesidad ha alcanzado niveles epidémicos a nivel global y es considerada una enfermedad por sí misma.1La prevalencia de obesidad en Latinoamérica ha registrado niveles alarmantes en las últimas décadas, y se ha convertido en un importante problema de salud pública. Según la Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALAD), en 2021 más del 50% de la población adulta en varios países de la región presentaba sobrepeso u obesidad, con tasas que variaban significativamente entre naciones. Factores como el cambio en los hábitos alimentarios, la disminución de la actividad física y el aumento del consumo de alimentos ultraprocesados han contribuido a esta tendencia.2No solo es un factor de riesgo significativo para diversas enfermedades crónicas, sino que también está directamente relacionada con un aumento en la mortalidad general. Un hecho alarmante es que aproximadamente dos tercios de las muertes asociadas con la obesidad están vinculadas a enfermedades cardiovasculares (ECV). 1A pesar de la estrecha relación con una amplia gama de manifestaciones de ECV, tales como enfermedad aterosclerótica, insuficiencia cardíaca, tromboembolismo, arritmias y muerte súbita, la obesidad ha sido subestimada y tratada de manera subóptima en comparación con otros factores de riesgo cardiovascular modificables.1<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1727813221/Tabla_1_Obesidad_y_riesgo_cardiovascular_que_dice_el_nuevo_consenso_de_la_Sociedad_Europea_de_Cardiologia_2024_GRAF_Mesa_de_trabajo_1_copia_18_01_c862bc0e6a.webp" /></figure>El índice de masa corporal (IMC) se utiliza comúnmente para definir y clasificar la obesidad en adultos. Aunque proporciona una medida útil a nivel poblacional, no refleja completamente la biología compleja del exceso de adiposidad, ya que no tiene en cuenta la masa muscular ni la distribución de la grasa. Las mediciones adicionales, como la circunferencia de la cintura y la relación cintura-altura, pueden mejorar la estratificación del riesgo cardiometabólico.1,3Circunferencia de la cinturaMide la cantidad de grasa abdominal o visceral, la cual es un indicador clave de riesgo cardiometabólico. Incluso en personas con un IMC dentro del rango normal, una circunferencia de cintura alta puede indicar obesidad central, que es un factor de riesgo importante para la salud cardiovascular. Los valores normales son &lt; 80 cm en mujeres y &lt; 90 cm en hombres:1En hombres, una circunferencia de cintura &gt; 94 cm indica riesgo elevado, y &gt; 102 cm significa riesgo muy alto. Para las mujeres, una circunferencia de cintura &gt; 80 cm indica riesgo elevado, y &gt; 88 cm corresponde a riesgo muy alto.1Relación cintura-alturaSe calcula dividiendo la circunferencia de la cintura por la altura de la persona. Un valor óptimo debe ser &lt; 0.5 en adultos, lo que significa que la circunferencia de la cintura debe ser menor a la mitad de la altura de la persona. Esta relación es considerada un mejor predictor de riesgo cardiometabólico que el IMC, ya que se enfoca en la distribución de la grasa corporal, no solo en el peso total. Es especialmente útil para identificar el riesgo en personas con un IMC normal, pero con una alta acumulación de grasa visceral.1Interacción entre obesidad y sistema cardiovascularLa grasa visceral se asocia con mayor riesgo cardiometabólico. De manera particular, la grasa epicárdica, que rodea el corazón, está relacionada con aumento en el riesgo de enfermedad arterial coronaria. El tejido adiposo epicárdico y perivascular secreta adipocinas y otras sustancias que pueden promover la inflamación y disfunción cardiovascular, afectando negativamente los vasos sanguíneos y el miocardio.1Por otro lado, existe el concepto de obesidad metabólicamente saludable, en la que algunas personas obesas no presentan las alteraciones metabólicas típicas, como resistencia a la insulina o dislipidemia. Sin embargo, esta condición es considerada generalmente transitoria y puede evolucionar hacia un fenotipo metabólicamente insalubre con el tiempo.1Tratamiento clínico de la obesidad y las enfermedades cardiovasculares<ol><li>Prevención y mantenimiento del peso</li></ol>Son pilares fundamentales en la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares. Esto implica: 1<ul><li>Educación nutricional temprana desde la infancia, con promoción de hábitos alimenticios saludables y actividad física.1</li><li>Políticas de salud pública enfocadas en poblaciones vulnerables, como personas de bajos recursos, quienes enfrentan barreras para acceder a alimentos saludables y espacios para ejercitarse.1</li><li>Crear entornos saludables a nivel comunitario que ofrezcan acceso a alimentos frescos y programas de actividad física, son esenciales. 1</li></ul><ol><li>Modificaciones en el estilo de vida</li></ol>Son la piedra angular del tratamiento. Las modificaciones dietéticas deben incluir: 1<ul><li>Déficit calórico controlado: se sugiere reducir entre 500 y 750 kcal/día del consumo habitual, lo que facilita una pérdida de peso progresiva y saludable. Las dietas deben ser personalizadas según las necesidades y preferencias individuales, considerando comorbilidades. 1</li><li>Patrones dietéticos: dietas como la mediterránea, baja en carbohidratos o en grasas, han demostrado eficacia. La dieta mediterránea (rica en frutas, verduras, pescado y grasas saludables) ha mostrado beneficios sostenidos en la salud cardiovascular y la reducción del riesgo de infarto y accidente cerebrovascular. 1</li><li> Evitación de alimentos procesados: es importante promover la reducción del consumo de alimentos ultraprocesados, como bebidas azucaradas, y controlar las porciones para evitar el exceso calórico.1</li></ul>Actividad física regularPara lograr una pérdida de peso significativa, se recomienda realizar al menos 150 a 300 minutos de actividad aeróbica de intensidad moderada a la semana, como caminar, nadar o andar en bicicleta, o 75 a 150 minutos de actividad vigorosa. Esto puede complementarse con ejercicios de fuerza dos o tres veces por semana para preservar la masa muscular. Además de ayudar a reducir el peso, el ejercicio mejora la presión arterial, reduce los niveles de lípidos en sangre, y mejora la sensibilidad a la insulina, lo que reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Tras la pérdida inicial de peso, la actividad física es fundamental para mantener los resultados a largo plazo y evitar la recuperación del peso perdido.1<ol><li>Terapias farmacológicas </li></ol>Para los pacientes que no logran perder peso mediante modificaciones en el estilo de vida, las terapias farmacológicas son una opción relevante. Se recomienda el uso de medicamentos en personas con un índice de masa corporal (IMC) ≥ 30 kg/m² o ≥ 27 kg/m² si presentan comorbilidades asociadas, como diabetes tipo 2 (DM2) o hipertensión. Los medicamentos aprobados son: 1Orlistat: inhibe la absorción de grasas en el intestino, lo que reduce la cantidad de calorías provenientes de la grasa que el cuerpo puede utilizar. A pesar de que su pérdida de peso es modesta, ha demostrado reducir el riesgo de desarrollar DM2 en personas con sobrepeso u obesidad.1Liraglutida y semaglutida: son agonistas del receptor GLP-1 que reducen el apetito y promueven la saciedad. Además, tienen beneficios adicionales sobre el control glucémico, lo que las convierte en una opción terapéutica valiosa en pacientes con obesidad y diabetes. Estudios han demostrado que pueden reducir el peso corporal en más del 10% en muchos pacientes, y tienen un impacto positivo en la reducción de eventos cardiovasculares como infarto de miocardio y accidente cerebrovascular.1Naltrexona/bupropión: esta combinación actúa sobre los centros del cerebro que regulan el apetito y la recompensa. Aunque es eficaz para la pérdida de peso, su uso en pacientes con enfermedades cardiovasculares requiere precaución debido a la falta de evidencia robusta sobre su seguridad a largo plazo.1Tirzepatide (agonista dual de GLP-1 y GIP): es un fármaco nuevo que ha demostrado gran eficacia tanto en el control glucémico como en la reducción del peso. Actúa sobre dos vías incretinas (GLP-1 y GIP) que regulan el metabolismo de la glucosa y la saciedad. Estudios recientes han mostrado que tirzepatide puede reducir el peso corporal en más del 15-20% en personas con obesidad, lo que lo convierte en una opción terapéutica prometedora. Además, mejora significativamente los parámetros de control glucémico en pacientes con DM2. Aunque aún se está investigando su impacto sobre los eventos cardiovasculares, se espera que, como otros agonistas de GLP-1, también tenga efectos cardioprotectores.14. Intervenciones quirúrgicasLa cirugía bariátrica es una opción efectiva para personas con obesidad severa (IMC ≥ 40 kg/m² o ≥ 35 kg/m² con comorbilidades), y es el tratamiento más efectivo para lograr una pérdida de peso significativa y sostenida. Los procedimientos más comunes incluyen:1Bypass gástrico en Y de Roux: es uno de los procedimientos más efectivos para la pérdida de peso y la mejora de las comorbilidades, incluida hipertensión, DM2 y dislipidemia. Tiene un impacto positivo significativo en la reducción de eventos cardiovasculares y mejora la calidad de vida. 1Manga gástrica: implica la reducción del tamaño del estómago, lo que limita la cantidad de alimentos que se pueden consumir. Es altamente eficaz para la pérdida de peso y la mejora del control metabólico.1<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1727813271/Figura_1_Obesidad_y_riesgo_cardiovascular_que_dice_el_nuevo_consenso_de_la_Sociedad_Europea_de_Cardiologia_2024_GRAF_Mesa_de_trabajo_1_copia_18_02_9910c09a08.webp" /></figure>El manejo de la obesidad debe centrarse no solo en la pérdida de peso, sino también en el control de los factores de riesgo cardiovascular asociados como DM2, hipertensión arterial, apnea obstructiva del sueño y dislipidemia.1<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1727813298/Figura_2_Obesidad_y_riesgo_cardiovascular_que_dice_el_nuevo_consenso_de_la_Sociedad_Europea_de_Cardiologia_2024_GRAF_Mesa_de_trabajo_1_copia_18_03_acdef21c07.webp" /></figure>Perlas clínicas<ul><li>La obesidad, reconocida hoy como una enfermedad, es una de las principales causas de morbilidad y mortalidad, vinculada de manera significativa a las enfermedades cardiovasculares.</li><li>Las mediciones, como la circunferencia de cintura y la relación cintura-altura, mejoran la estratificación del riesgo cardiometabólico.</li><li>El tratamiento de la obesidad debe incluir estrategias dietéticas, físicas, farmacológicas y conductuales adaptadas a cada individuo.</li><li>En personas que no logran perder peso con cambios en el estilo de vida, se pueden considerar los medicamentos antiobesidad.</li><li>Para los pacientes con obesidad grave (IMC &gt; 40 o &gt; 35 con comorbilidades), la cirugía bariátrica es una intervención eficaz para la pérdida de peso sostenida y la reducción del riesgo cardiovascular.</li><li>La pérdida de peso y el control de las enfermedades relacionadas con la obesidad pueden reducir significativamente los eventos cardiovasculares.</li></ul><figure class="poll" data-id="1189">{ Poll ID: 1189}</figure>

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