La pandemia por la enfermedad de coronavirus 2019 (COVID-19) ha sido considerada un importante factor de estrés psicosocial, debido a cambios radicales para la población en general, como el miedo a contagiarse y morir. Muchos estudios publicados desde 2020 coinciden en que la infección por COVID-19 puede conducir a síntomas psicóticos, incluso entre personas sin antecedentes de enfermedad mental o abuso de sustancias sin saber cuál es el papel real del virus. Se presenta el caso de un episodio psicótico agudo en un hombre de 31 años.

Masculino de 31 años, con diagnóstico previo de discapacidad intelectual leve (según criterios del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, quinta edición [DSM-5]) y cuyo cociente intelectual era &lt; 69.1 No fuma; no consume alcohol ni sustancias ilícitas.1 Tampoco tiene antecedentes familiares de enfermedad mental.1Fue hospitalizado en 2012 por un trastorno reactivo del comportamiento, tratado con clorpromazina 50 mg/día.1 El paciente interrumpió su medicación en 2015 y permaneció estable durante seis años.1 En esta ocasión, ingresa en la unidad psiquiátrica por agitación y agresión severas.1Su familia notó un cambio agudo y rápidamente progresivo en su comportamiento (ansiedad extrema, habla incoherente, pensamiento persecutorio, rechazo de los alimentos y disminución del sueño) cuatro días antes de la consulta.1 En la evaluación psiquiátrica inicial, se encuentra un paciente agitado, extremadamente ansioso.1Su comportamiento y discurso son desorganizados.1 Transmite delirios religiosos y paranoicos, con pensamientos de culpa y castigo divino.1 Sin embargo, está completamente orientado y no parece tener problemas de atención ni de memoria.1 No se observan fluctuaciones en el nivel de alerta, salvo un discreto empeoramiento de los síntomas durante la noche.1La exploración física es normal, salvo taquicardia.1 Su presión arterial es de 100/60 mm Hg.1 Su temperatura corporal de 36.9 °C y su frecuencia respiratoria de 15 rpm.1 Su saturación de oxígeno al ambiente es de 99%.1 Las pruebas de laboratorio iniciales revelan elevación en los marcadores inflamatorios, rabdomiólisis y deshidratación (tabla 1).1<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1706837876/Tabla_1_Psicosis_por_COVID_19_Un_particular_caso_clinico_Mesa_de_trabajo_1_copia_18_01_8a513546a5.webp" /></figure>Además, se realiza una tomografía cerebral y un electroencefalograma que no detectaron anomalías.1 En vista de los hallazgos de laboratorio, se sospecha infección por COVID-19.1 Al paciente se le realiza hisopado nasofaríngeo para una reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés) de SARS-CoV-2, que resulta positiva.1Curiosamente, el paciente nunca tuvo síntomas respiratorios o gastrointestinales.1 <a href="https://www.docred.com/articulos/ar-anosmia-por-covid-19" target="_self">No ha presentado anosmia ni ageusia antes o durante la hospitalización</a>.1 Se decide aislar y tratar inicialmente con tres inyecciones diarias de 1 mg de clonazepam intramuscular para la ansiedad aguda, además de risperidona a razón de 2 mg/día.1En vista de los signos de deshidratación en un paciente poco cooperativo, se indica rehidratación intravenosa durante tres días.1 No necesita ninguna terapia específica para la infección por COVID-19.1 La evolución de los síntomas psiquiátricos es favorable, con desaparición de la ansiedad, mejoría de la agitación y reanudación de la dieta normal al quinto día de estancia.1Al séptimo día, desaparecen todos los síntomas, con un discurso lógico que deja ver un comportamiento organizado y un pensamiento coherente.1 Finalmente se decide autorizar el alta con risperidona a la dosis inicial prescrita, pero con una reducción gradual en la dosis de clonazepam, con el objetivo de suspender el medicamento durante el seguimiento.1<h3>Discusión</h3>Desde que la COVID-19 fue declarada pandemia en marzo de 2020, se han reportado fenotipos clínicos muy dispares,1 con varios estudios que señalan un <a href="https://www.docred.com/articulos/articulo-medico-covid-19-prolongada-existe-pero-se-ignora" target="_self">potencial vínculo entre el SARS-CoV-2 y trastornos psicóticos</a>.2 Esta enfermedad parece estimular la aparición de síntomas psicóticos en tres formas:1-3<ul><li>Acción directa del virus</li><li>Desregulación de la red de citoquinas</li><li>Factores estresantes (incertidumbre) relacionados con el pronóstico de la enfermedad.</li></ul><h4>El efecto de la incertidumbre</h4>La pandemia por COVID-19 ha sido considerada en todo el mundo un importante factor de estrés psicosocial, debido a los cambios tan radicales para la población en general:1, 3<ul><li>Aislamiento social</li><li>Crisis económica</li><li>Miedo a contagiarse y morir.</li></ul>A la fecha, los trabajos sobre manifestaciones psiquiátricas agudas atribuidas a la infección por COVID-19 son escasos1 y la mayoría de ellos coincide en que la infección puede conducir a síntomas psicóticos, incluso entre personas sin antecedentes de enfermedad mental, abuso de sustancias u otra condición médica.2Si bien es posible que esta sintomatología psiquiátrica se deba principalmente a factores estresantes psicosociales relacionados con la pandemia o circunstancias físicas como la deshidratación y la inflamación o a reacciones psicológicas resultantes (y no a la infección per se), la hipótesis de un potencial efecto neuropsiquiátrico del virus (a corto y largo plazo) es bastante probable.1<h4>Infección viral y efecto inflamatorio</h4>A medida que el SARS-CoV-2 se propagaba por todo el mundo, comenzaron a surgir reportes que vincularon la infección con el desarrollo de síntomas psicóticos,1, 2 con hallazgos psiquiátricos y datos epidemiológicos históricos que sugieren que la infección viral puede desempeñar un <a href="https://www.docred.com/articulos/articulo-medico-puede-la-infeccion-y-la-inflamacion-en-etapas-tempranas-aumentar-el-riesgo-de-psicosis" target="_self">papel esencial en la aparición de la psicosis</a>.1-3La revisión desarrollada por Messina et al. confirmó que el virus SARS-CoV-2 está asociado a diversos síntomas psicóticos, que incluyen alucinaciones, delirios, comportamiento desorganizado y paranoia.2, 3 Además, se estima que uno de cada tres pacientes que sobreviven a la infección son diagnosticados con algún trastorno neuropsiquiátrico en los siguientes 6 meses.3Todavía se debate si la psicosis también puede ser causada (o facilitada) por los medicamentos empleados para el tratamiento de la infección (corticosteroides, antibióticos), condiciones internas (hipoxemia, desequilibrio hidroelectrolítico) o por el estrés asociado a una larga hospitalización o aislamiento.2 En todo caso, es obligatorio excluir el delirium antes de diagnosticar la psicosis (tabla 2).2<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1706837918/Tabla_2_Psicosis_por_COVID_19_Un_particular_caso_clinico_Mesa_de_trabajo_1_copia_18_02_6b496a18ca.webp" /></figure>Independiente de que exista o no implicación directa de la infección por COVID-19 en la aparición de la psicosis,1 el diagnóstico e intervención tempranas y el uso adecuado de medicación antipsicótica son cruciales para un tratamiento eficaz y la recuperación completa de estos pacientes.1, 3<figure class="poll" data-id="1000">{ Poll ID: 1000}</figure>Comentario editorialLa psicosis de reciente aparición en un paciente sin factores precipitantes muy evidentes debería sugerir una infección por COVID-19, especialmente en medio de una pandemia. No obstante, se necesita más y mejor investigación para explorar los vínculos directos entre la COVID-19 y los trastornos neuropsiquiátricos.

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