El priapismo se caracteriza por una erección persistente del pene o del clítoris de mínimo 4 horas de duración. A continuación, se presenta un caso clínico de esta patología en un niño de 7 años previamente sano.

La incidencia del priapismo en Estados Unidos es de 0.73 por cada 100,000 hombres, con picos en niños de 5 a 10 años y en adultos de 20 a 50 años. La incidencia en los niños es desconocida, aunque se ha establecido que la anemia de células falciformes es la causa más común, mientras que otras etiologías son la leucemia, los traumatismos y los fármacos.1Esta entidad es una urgencia urológica y el tratamiento debe realizarse de manera urgente para evitar secuelas, como la disfunción eréctil, el acortamiento de la longitud del pene y su deformación.2El mecanismo es probablemente multifactorial, pero incluye la desregulación mediada por la hemólisis de la vía de señalización arginina-óxido nítrico, la disminución de la expresión de la fosfodiesterasa-5 y la desregulación de la vasodilatación mediada por adenosina en el pene. La deficiencia de testosterona y el estrés oxidativo también se han postulado como mecanismos fisiopatológicos.3El priapismo isquémico se produce con la relajación y parálisis del músculo liso cavernoso, lo que provoca un síndrome compartimental del pene. Como resultado del aumento de la hipoxia y la acidosis tisular, la lesión comienza en 4 horas. Sin tratamiento, se produce una destrucción significativa a las 12 horas y daños irreversibles a las 24.1El tratamiento inicial puede incluir pruebas de ejercicio, orina, compresas frías o frío local en pacientes sin anemia de células falciformes. Otros tratamientos incluyen control del dolor, oxígeno e irrigación y aspiración de fenilefrina en los cuerpos cavernosos después de un bloqueo del nervio dorsal del pene. En última instancia, puede ser necesaria la colocación de un stent para evitar la oclusión.1A continuación, se presenta un caso de priapismo en un niño de 7 años sin comorbilidades previas.<h3>Presentación del caso1</h3>Niño de 7 años quien acudió al servicio de urgencias quejándose de dolor en el pene. Su madre informó que el dolor había comenzado la noche anterior mientras estaba completamente erecto. No observó cambios en la piel ni en los testículos. Cuando el dolor continuó a la mañana siguiente, el pediatra los remitió al servicio de urgencias.En la anamnesis el paciente negaba otros síntomas. El único antecedente de interés era el diagnóstico de un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).Al examen físico, el paciente estaba tranquilo. Calificó su dolor con un 0 en una escala de 1 a 10. Su presión arterial era de 104/70 mm Hg en posición supina, la frecuencia cardíaca de 82 latidos por minuto, la respiratoria de 22 X sin tirajes, y la saturación de oxígeno del 100% al aire ambiente. Su temperatura era de 36.8 ºC y su peso de 26.2 kg, que estaba en el percentil 75 para su edad. La exploración general no mostraba hallazgos de interés. Al examen genitourinario, el escroto no exhibía alteraciones para su edad. Sus testículos eran normales en tamaño y forma, sin sensibilidad o dolor. El reflejo cremastérico estaba presente bilateralmente, y el pene circuncidado aparecía completamente erecto sin dolor. El glande presentaba un buen llenado capilar sin lesiones notables. Había un leve eritema indiscriminado en el cuerpo del pene.Las pruebas complementarias en sangre no mostraron hallazgos de interés. El paciente proporcionó una muestra de orina sin dificultad. El análisis reveló una densidad urinaria ligeramente elevada de 1,027, pH de 7.5, y la muestra fue negativa para nitritos, esterasa leucocitaria, glucosa, cetonas y bilirrubina. Había 10 mg/dL de proteínas, así como 1 leucocito y 2 hematíes por campo. <h3>Explicación</h3>Se realizaron radiografías de abdomen simple y en bipedestación que mostraban una gran cantidad de materia fecal en colon y recto (figuras 1 y 2).<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1662172066/image_ef4f94c07a.webp" /><figcaption>Figura 1. Radiografía de abdomen en bipedestación. Tomada de 1.</figcaption></figure><figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1662172066/image_b207c24e08.webp" /><figcaption>Figura 2. Radiografía de abdomen en supino. Tomada de 1.</figcaption></figure>Urología recomendó un tratamiento agresivo con enemas evacuadores de fosfato de sodio, aceite mineral y glicerina. El paciente tuvo tres evacuaciones grandes, y su priapismo se resolvió por completo. Cuando se le preguntó específicamente, no recordaba su última defecación, pero negaba haber tenido heces duras. Su madre negó antecedentes de estreñimiento.El paciente fue dado de alta y enviado a casa con instrucciones para una limpieza intestinal agresiva con polietilenglicol 3350 mL, seguido de un régimen diario durante una semana hasta la consulta con pediatría.<h3>Discusión1</h3>Una cantidad excesiva de heces provoca el priapismo al obstruir los vasos sanguíneos de la pelvis. En los niños pequeños, la proximidad de este complejo sistema de drenaje al colon sigmoide y al recto es de solo unos pocos milímetros. Una importante cantidad de heces puede obstruir físicamente cualquier parte del sistema, creando un priapismo no isquémico de bajo flujo.Se debe realizar una radiografía de abdomen para evaluar la carga fecal o la administración de un enema en el servicio de urgencias y vigilar la respuesta. La mayoría de los pacientes tendrán al menos una reducción moderada de los síntomas tras la evacuación, incluso parcial. Pueden experimentar un priapismo tartamudo, o una reaparición intermitente poco después, conforme más heces llenen la parte inferior del colon y el recto.Si es improbable que el estreñimiento sea la causa, deben considerarse otras etiologías como anemia de células falciformes no diagnosticada, tóxicos (mordedura de serpientes, escorpiones o arañas), intoxicación (medicamentos psicoactivos, sildenafil o cocaína), cavernositis, anestesia epidural reciente, leucemia, estado hipercoagulable con trombos o tumores medulares.La ecografía Doppler puede evaluar el flujo sanguíneo en los vasos pélvicos y ha demostrado ser 100% sensible y específica en el diagnóstico de priapismo. Además, ayuda a detectar la formación de fístulas y controlar la respuesta a las intervenciones terapéuticas.<h3>Conclusión1</h3>La evaluación y el tratamiento se centran en identificar y eliminar la etiología junto con medidas de apoyo. Si el tratamiento médico no es eficaz, se suele realizar una intervención quirúrgica para preservar la función.

Medicina de Urgencias

Pediatría

Urología

Docred

Caso clínico: priapismo en niño de 7 años

¿Conoce el abordaje de un niño que entra a consulta de urgencias por priapismo?