Los síntomas relacionados con la ansiedad son relativamente comunes durante el embarazo. En algunos casos es frecuente encontrar fobias específicas como miedo a las agujas, tocofobia (miedo a quedar en embarazo) y emetofobia (miedo a vomitar). Se reporta el caso de una gestante con una modalidad específica poco usual relacionada con el embarazo: claustrofobia.

<figure class="poll" data-id="359">{ Poll ID: 359}</figure>Presentación del caso:1 Se trata de mujer de 35 años, primigestante, sin antecedentes médicos, con 26 semanas de embarazo e inicio de síntomas ansiosos en las últimas 4 semanas (pensamientos intrusivos y repetitivos que impactan su funcionalidad y calidad de vida).Los síntomas iniciaron después de experimentar un ataque de pánico en su casa asociado a síntomas autonómicos, dificultad para respirar y temblor. Posteriormente, la paciente refirió sentirse física y emocionalmente atrapada en el embarazo y describió un fuerte deseo de no estarlo debido al sentimiento de encarcelamiento.Los síntomas continuaron por varias horas cada día con exacerbación de los temblores, diaforesis, náusea y palpitaciones. La paciente también describía insomnio de conciliación, reducción de la concentración, poco apetito y ánimo bajo. Adicionalmente, refería un miedo excesivo de ser incapaz de completar el embarazo debido a sus síntomas ansiosos, aunque tenía esperanza de que todos los síntomas se resolvieran luego del parto. Durante el interrogatorio se encontró historia de fobias específicas en su adolescencia, entre ellas miedo a estar en un elevador o ascensor (un tipo de claustrofobia) y a viajar en avión. Ninguna era severa ni requería tratamientos específicos y durante el embarazo negó haber estado expuesta a cualquiera de los desencadenantes descritos. Para el tratamiento inicial se decidió prescribir un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS) —sertralina 100 mg—, con mínima mejoría de los síntomas luego de 3 semanas. Se adicionó quetiapina de 50 mg cada noche para el tratamiento del insomnio y se complementó con manejo cognitivo-conductual (TCC) y soporte a través de terapias grupales y yoga.Con las terapias instauradas se logró una reducción significativa de los síntomas de ansiedad y de la sensación de “atrapamiento”. El patrón de sueño mejoró significativamente y al término del embarazo se logró un parto normal con el nacimiento de un recién nacido sano. Posterior al parto se evidenció resolución completa de la sintomatología sin recaída durante los siguientes 4 meses, por lo que se suspendió el tratamiento farmacológico. Dos años después, la paciente reingresó al servicio de psiquiatría por reaparición de sintomatología idéntica durante el segundo trimestre de su segundo embarazo.En esta segunda oportunidad, la mujer rechazó la farmacoterapia, pero fue tratada con sesiones de TCC. Los síntomas desaparecieron completamente luego del parto del segundo hijo, y tampoco se evidenciaron en el seguimiento realizado hasta un año después de dar a luz. DiscusiónSegún la clasificación internacional de enfermedades versión 10 (CIE-10) y la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V), la claustrofobia es una fobia específica que consiste en el miedo irracional a no poder escapar o encontrarse encerrado. Quienes la padecen presentan además distrés emocional y síntomas de ansiedad.1 Los síntomas están típicamente restringidos a la situación temida o a su contemplación. En este caso el diagnóstico de claustrofobia fue complicado y se logró luego de establecer que la mujer no cumplía criterios para el diagnóstico de otras fobias, de ansiedad generalizada o de un trastorno obsesivo compulsivo, pues a pesar de tener pensamientos intrusivos e irracionales de naturaleza distónica, no se documentaron conductas compulsivas.1En gestantes pueden aparecer fobias específicas hasta en el 6% de los casos, y las más frecuentes son el miedo a la anestesia epidural y a la lesión o muerte del recién nacido durante el trabajo de parto. Varias fobias específicas ocurren sin relación con el embarazo o en mayor proporción durante este, por lo que no se podría decir que la gestación por sí misma sea un factor de riesgo para su desarrollo.1La mayoría de las pacientes con fobias específicas no requieren intervenciones farmacológicas o psicoterapéuticas. Sin embargo, cuando los síntomas afectan consistentemente la calidad de vida se recomiendan los ISRS y la TCC, así como el uso de antipsicóticos atípicos como la quetiapina para el tratamiento del insomnio.1El uso de ISRS durante el segundo y tercer trimestre del embarazo es seguro, con excepción de la paroxetina, que ha demostrado un mayor riesgo de malformaciones.2 La quetiapina es el antipsicótico atípico de segunda generación utilizado con más frecuencia en gestantes dado su perfil de seguridad y mínimo riesgo teratogénico en dosis bajas. Sin embargo, su indicación para el tratamiento del insomnio sigue estando fuera del inserto de prescripción oficial (off-label). 3Cuando no se tratan adecuadamente, los síntomas ansiosos en la madre pueden tener impacto deletéreo en el bebé, incluyendo mayor riesgo de complicaciones perinatales, más probabilidad de parto pretérmino, reducción de la edad gestacional y menores valores de APGAR al nacer.4 La detección temprana y las estrategias de tratamiento oportunas reducen las potenciales secuelas en los recién nacidos y mejoran la funcionalidad y sintomatología en las madres. 1,4COMENTARIO EDITORIALEl tratamiento de múltiples condiciones de salud en mujeres gestantes suele ser un reto para el clínico no experto. En general, el abordaje de la paciente obstétrica de alto riesgo o con comorbilidades requiere la participación del especialista. Sin embargo, en la mayoría de lugares es el médico general la puerta de entrada a los servicios de salud, por lo que la capacitación sobre la seguridad terapéutica en este tipo de pacientes es fundamental.