La relación entre médicos y enfermeros requiere de comunicación efectiva para aumentar la confianza de los pacientes en la calidad de la atención en salud; se necesita dejar de lado las barreras diferenciales entre profesionales sanitarios, para implementar estrategias que hagan el ejercicio laboral más agradable.
Cuando por razones de enfermedad, una persona se acerca a un centro de salud (ya sea consultorio médico privado, hospital, o centro clínico de cualquier nivel), el primer contacto se da regularmente con personal de enfermería, quienes además de realizar trabajo administrativo, también se involucran en la atención primaria; en cuanto la persona se convierte en paciente, la información preliminar es remitida al médico con el objetivo de iniciar la revisión que llevará a un diagnóstico y un posterior tratamiento.
Siendo este el escenario cotidiano del personal médico y de enfermería, el trabajo puede resultar rutinario, aunque no necesariamente las circunstancias se den en un orden específico o éstos sean los únicos actores. La relación directa entre médicos y enfermeros tiene un efecto altamente positivo en el tratamiento y recuperación del convaleciente, pues hay una alta tendencia entre los pacientes a creer que su recuperación es proporcionalmente directa a la relación existente entre el médico tratante y el enfermero que le cuida.
Es necesario resaltar que, el ejercicio de ambos profesionales de la salud es de igual nivel académico, con roles y perfiles diferentes, pero, con igual relevancia en el área de la salud. Lamentablemente, existe una aparente cultura dentro del personal sanitario, donde pareciera considerarse que la enfermería es una profesión de segunda categoría que no merece el mismo estatus que el médico, por consiguiente, tampoco el mismo trato o consideración, haciendo la relación entre éstos poco favorable, resentida o inclusive, permitiendo una dinámica de sumisión por parte de enfermeros hacia médicos.
La relación entre ambos profesionales, es quizá la más constante y funcional de todos los equipos multidisciplinarios en salud, aceptar que a partir del buen trato y la buena comunicación, el beneficio mayor lo recibirá el paciente (que encuentra calma al encontrar conexión entre el médico y la enfermero), además de favorecer la cotidianidad laboral de la práctica clínica. Alrededor de un 65 % de los eventos adversos graves, que afectan al paciente, están relacionados con la comunicación efectiva del personal sanitario.
La comunicación entre el personal de salud, debe ser un proceso planificado que se dé horizontalmente y motive a los profesionales a adoptar nuevas actitudes y comportamientos que solucionen las inquietudes y las carencias en las prácticas actuales. Se necesita entonces, promover el diálogo, el intercambio de información y una mayor comprensión entre los individuos mediante el uso de lenguaje verbal y no verbal: observar, escuchar y empatizar.
Para que la relación médico-enfermero pueda lograr un cambio conductual y la calidad mejore, se necesita que la comunicación se base en estas tres habilidades:
La comunicación es el soporte principal de la interacción social que se establece en el trabajo, de este modo, las relaciones interpersonales de médicos y enfermeros requieren del intercambio activo de ideas para la competencia y el buen desempeño del oficio.
Existen varios errores en la atención al paciente, asociados con una comunicación médico-enfermero deficiente, la prescripción incorrecta de medicamentos, la entrega de medicamento al paciente equivocado y similares, afectan tanto el desarrollo de la labor, como la salud del paciente y su confianza en los profesionales sanitarios.
Por otra parte, la práctica colaborativa entre médico y enfermero, favorece la detección precoz de posibles complicaciones, evitando una extensión superior de la estancia hospitalaria para el paciente; además, la realización de sesiones informativas en conjunto, permite poner en común todas las anotaciones sobre algún acontecimiento que afecte al paciente, identificar recursos disponibles y posibles obstáculos, pues este acto promueve la percepción de colaboración y establece una comunicación efectiva.
Los enfermeros perciben que los rasgos emocionales de los médicos, muchas veces son una barrera para la comunicación (enfatizando conductas inadecuadas, falta de respeto e incluso un comportamiento déspota hacia éstos profesionales). Transformar la poca disposición de los médicos a comunicarse con el personal de enfermería (dejando de lado órdenes directas sin dar explicaciones adecuadas), permite que flujo de información sea bidireccional.
Finalmente, reconocer las falencias comunicativas, es el primer paso hacia el mejoramiento del trabajo en equipo; es comprensible que, aunque, no todos los factores puedan controlarse, tener disposición al cambio, es fundamental para desarrollo de la competencia y desempeño profesional.
Comentario Editorial
Ha sido bastante difícil separar la palabra ‘enfermero’ del género femenino. Estamos acostumbrados, seguramente por asuntos lingüísticos del idioma español y otras tendencias machistas de la sociedad, a considerar que los médicos son hombres y los enfermeros son mujeres, aun cuando ambas profesiones no distinguen de género alguno. De este modo, palabras como ‘médico’ o ‘enfermero’, incluye a todas aquellas mujeres entregadas a su profesión.
Codigo: AR-CG-2-1629
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