Los medicamentos se agotan debido a problemas de suministro, dificultades de la demanda y regulación gubernamental. Sin embargo, no es lo mismo para un país con altos ingresos económicos tener unidades limitadas de ciertos medicamentos que para un país latinoamericano, donde el acceso a la salud por sí solo es difícil. Vale la pena que el médico asuma una posición recursiva a la hora de dar recomendaciones al paciente para mitigar el impacto de la escasez de fármacos.

La escasez de medicamentos ha prevalecido en el mundo desde el siglo XX, en una situación que afecta tanto a países de ingresos económicos altos como a los de ingresos medios y bajos.1 Este es uno de los principales dilemas de la gestión hospitalaria, ya que no solo se trata de lograr una adecuada distribución de fármacos en los hospitales y la correcta atención a los pacientes, sino también de superar una realidad nacional e incluso mundial.1,2<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1668056089/grafica1_cf2db9a0e8.webp" /></figure><h3>¿Cuál es la razón de la falta de medicamentos? </h3>Para entender la razón por la que existe desabastecimiento de medicamentos e insumos médicos en el mundo, es necesario tener en cuenta tres frentes: problemas de suministro, dificultades de la demanda y regulación gubernamental. Los desafíos de cada uno se evidencian en la figura 1.1<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1669829071/grafica2_40db5f9402.webp" /></figure><h3>La situación de América Latina </h3>A pesar de la gran oferta y los avances tecnológicos de la ciencia a nivel mundial, la población latinoamericana solo tiene alcance al 4% de esa producción. No todos los fármacos están disponibles para todas las comunidades e incluso muchas veces no se orientan a las necesidades de las regiones2 (situación que se evidenció durante la pandemia de COVID-19 con la <a href="https://www.docred.com/articulos/ar-dos-pandemias-paises-vacunas-vs-vacunas" target="_self">escasez de vacunas</a>). Al evaluar la escasez, se dan directrices directas a las entidades sobre acciones puntuales. Algunos hospitales compran inventarios extras para resguardarse en caso de una emergencia, pero esto difícilmente se logra en América Latina, ya que sus sistemas de salud no son tan robustos para soportar gastos adicionales que cubran eventualidades en los diversos hospitales locales.1,2 Ante la inequidad que impera en Latinoamérica, la cual limita el acceso a los servicios clínicos,2 el médico tratante puede dar prescripciones con medicamentos genéricos y no con marcas reconocidas. Esta última es una práctica recursiva, pero que genera dificultad en la adherencia al tratamiento dado que el paciente se acostumbra a consumir la misma marca del medicamento por tiempo prolongado o porque no conoce los componentes de los fármacos que consume.2,3 También es común que la población solvente las necesidades farmacológicas por su propia cuenta. Si la entidad de salud no le provee el medicamento, la persona decide comprarlo por su cuenta o probar métodos alternativos a la medicina tradicional (con y sin evidencia científica) para mitigar la escasez.2,3 <h3>El impacto clínico y humanístico es el mismo a nivel global</h3><figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1668056055/grafica3_b4ccc98b5c.webp" /></figure>Es difícil estimar la media de fármacos desabastecidos en la actualidad a nivel mundial, ya que las medidas que se toman son proporcionales a los esfuerzos gubernamentales (que están atados a los ingresos de cada país: entre más pobre, más difícil sobreabastecerse).1-3 Sin embargo, es necesario insistir en la importancia de las medidas preventivas para que el tratamiento o la intervención en el paciente no se afecte de gravedad por la escasez de medicamentos .3 Aproximadamente un 30% de fármacos desabastecidos no tienen alternativa de fácil intercambio y un 13,6% no cuentan con alternativa terapéutica en países de bajos ingresos económicos, lo que sobrecarga el trabajo médico en la atención primaria y especializada.3 Y es que el impacto clínico y humano es similar en todo el mundo (figura 2),1 por lo que se requiere que el médico reconozca y entienda la problemática para enfrentarla, al menos desde las acciones limitadas que puede realizar en su consultorio, ya que de no hacerlo, él mismo corre el riesgo de experimentar insatisfacción, altos índices de estrés, exasperación y hasta pérdida de confianza del paciente.1 Comentario editorial La falta de medicamentos para atender las claras necesidades de salud de la población es una vulneración al derecho a la salud y una violación a los reglamentos de la atención médica. No obstante, la frustración que se deriva de no poder acceder a una atención en salud idónea también puede ser una motivación para explicarle al paciente prácticas positivas, como no automedicarse sin saber bien qué está tomando o cuál es el medicamento cuyos efectos se equiparan con los de los tratamientos que sí estén probados como efectivos para su dolencia. En suma, el galeno puede indicarle estrategias para hacer la espera menos traumática.

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