Así como se alerta del potencial adictivo de las drogas o el alcohol, el café (y su principal componente, la cafeína) puede generar dependencia y adicción en quienes consumen de forma excesiva esta bebida estimulante; en el caso de América del Sur, Brasil, México y Colombia son los grandes consumidores de café del continente. Quienes no regulan su consumo a un promedio de 400 mg de cafeína pueden eventualmente desarrollar eventos adversos por su ingesta desmedida entre los cuales se destacan los problemas gastrointestinales, cardíacos y algunas afectaciones mentales.
Después del agua, el café es la segunda bebida más consumida en el planeta, posee ciertos beneficios y propiedades que lo hacen increíblemente atractivo para su constante consumo, pero ¿qué sucede cuando el gusto por consumir esta bebida se convierte en necesidad de consumo?
El consumo excesivo de café no sólo es un problema de los trabajadores con extenuantes jornadas laborales, pues esta práctica se ha apropiado de la sociedad a tal punto que muchos no conciben abandonar su ingesta de ninguna forma. Estimaciones de Statista Consumer Market Outlook demuestran que entre los 10 países que más toman café en el mundo, al menos 3 están en Suramérica (Brasil, México y Colombia).
Si bien el consumo de café tiene efectos positivos como la reducción del riesgo de enfermedad hepática crónica o la reducción del riesgo de accidente cerebrovascular y demencia, el exceso de esta bebida también puede presentar efectos adversos como aumento en la gravedad de patologías gastrointestinales, alteraciones en la concepción, aumento de la presión arterial y el colesterol.
En efecto, la cafeína se encuentra en diversas presentaciones: en el café, el té, las bebitas energizantes, gaseosas o refrescos, dulces y chocolates e incluso en medicamentos y cosméticos; tan sólo en 2021, Brasil consumió unos 22 millones de sacos de 60 kg de café, México es el segundo mayor consumidor con 2.4 millones de sacos y Colombia con 2 millones de sacos.
Este estimulante que tiene la habilidad de potenciar la concentración, aumentar el metabolismo y mejorar el estado anímico, también puede ser un potencial adictivo, debido a los cambios químicos en el cerebro que su consumo reiterado produce.
Quienes toman cafeína diariamente tienden a desarrollar tolerancia similar a la de las drogas o el alcohol; después de un tiempo, el bebedor de café requiere más y más cafeína para producir los mismos efectos de alerta en su cuerpo. La cafeína es altamente peligrosa en niños y adolescentes, además su consumo excesivo está asociado con varios efectos secundarios como:
La sobreestimulación por cafeína también puede resultar en graves condiciones como: episodios maníacos, trastorno de pánico, trastorno de ansiedad generalizado, desórdenes del sueño, migraña y otras cefaleas, enfermedades virales, condiciones de los senos paranasales y acatisia.
Incluso, quienes optan por dejar de consumirlo de forma abrupta suelen sentir síndrome de abstinencia, tal y como sucede con las drogas y el alcohol, donde la cefalea, la irritabilidad o la somnolencia inusitada resultan en la recaída en el hábito de tomar excesivas cantidades de café y otras bebidas con cafeína con tal de no sentirse mal.
Más allá de 4 tazas de café, 10 latas de bebida de cola o 2 bebidas energizantes al día (que equivalen aproximadamente a 400 mg de cafeína), pueden generar adicción, de hecho, si toma menos, pero siente que necesita de estas bebidas para sentirse bien, es hora de reducir el consumo progresivamente, pues las altas dosis de cafeína (entre 750 mg y 1200 mg) pueden llevarlo a la tolerancia.
Tenga en cuenta las siguientes recomendaciones para llevar un control sobre su consumo de cafeína:
Comentario Editorial: Como profesionales en salud, muchas veces es difícil admitir que el estilo de vida del médico no siempre es el más saludable; en un trabajo tan estresante, es inevitable excederse en el consumo de ciertos alimentos para sobrellevar los largos turnos. Es un deber profesional admitir y eventualmente cambiar esos estilos de vida nocivos, y que al decirle al paciente: “¡Bájele al café!”, esta expresión también se convierta en una alerta personal.
Codigo: NR-CG-2-1961
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