Los cambios en la salud, aparentemente atribuibles a alguna forma de arte, se suelen tomar como evidencia de efecto artístico, pero ¿cómo saber si realmente lo son? Uno de los principales inconvenientes para responder este interrogante es que muchos autores no han acordado una definición operativa de “arte” o “efecto artístico”. Existen teorías al respecto como la de la cognición encarnada, entre otras. Sin embargo, más allá de saber qué puede ser un efecto del arte en la salud y qué no, lo importante es saber qué convierte a la arteterapia en una estrategia de tratamiento.

En 2019, la Organización Mundial de la Salud publicó el informe “¿Cuál es la evidencia sobre el papel de las artes en la mejora de la salud?”,1 que evaluó, directa o indirectamente, unos 3000 estudios.1 ¿La conclusión? Varias formas de arte parecen tener amplio efecto en un <a href="https://www.docred.com/articulos/narrativa-medica-salud-mental-medicos-despues-pandemia" target="_self">interesante conjunto de variables relacionadas con la salud</a>.1No obstante, presentar esta evidencia exige una definición operacional de arte,1 desafiando de este modo a los autores. Es una cuestión de validez.1 Al discutir las diferentes definiciones, se mencionan características transculturales:1<ul><li>El valor, independiente de la utilidad (como en la frase “el arte por el arte”).</li><li>Las experiencias, tanto para el artista como para su audiencia (respuesta emocional, novedad, creatividad, originalidad).</li><li>Habilidades especializadas y una que otra regla de forma.</li></ul>Finalmente, los autores afirman que el arte es difícil de definir1 y terminan por presentar una lista de “formas”1, de las cuales muy pocas cumplen con los criterios transculturales sugeridos.1 Otros autores consideran que el arte no es por el arte, pues socava su potencial terapéutico.1,2 El arte es por nuestro bien.1 La verdadera pregunta es ¿cómo lo logra?1<h4>Efecto del arte en la salud</h4>Los cambios en las variables relacionadas con la salud de alguna forma atribuibles a intervenciones artísticas a menudo se toman como evidencia de un efecto artístico, pero ¿lo son?1 Por ejemplo, en estudios que demuestran que la música favorece la plasticidad cerebral, el efecto también se podría atribuir a la rica información ambiental.1Por tanto, ¿son estos cambios un efecto artístico o un efecto genérico de la actividad propiamente dicha?:1<ul><li>¿Los estudios que demuestran que cantar en un coro tiene beneficios sociales indican un efecto artístico o la consecuencia de una actividad colectiva?</li><li>¿Son efectos artísticos el aumento de la variabilidad de la frecuencia cardíaca y el beneficio para la dificultad respiratoria en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), ambos causados por la respiración profunda al cantar?</li></ul>Si una lista de “formas artísticas” es la definición de arte, entonces todo lo anterior correspondería a sus efectos.1 El riesgo evidente, en vista del problema de validez, es que la evidencia va a estar inevitablemente comprometida por variables de confusión que pueden llegar a deslegitimar el papel de las artes en la salud y el bienestar.1Parece entonces necesario establecer una teoría global del “arte como medicina”, que involucre aspectos somáticos, cognitivos, <a href="https://www.docred.com/articulos/ar-conexion-social-depresion" target="_self">emocionales, culturales, estéticos y sociales</a>, para:1, 2<ul><li>diseñar mejores estudios de investigación,</li><li>vincular el arte con la salud (qué es y qué no es un efecto del arte),</li><li>promover el progreso y refinamiento de la arteterapia.</li></ul><h4>Una propuesta: teoría de la cognición encarnada (TCE)</h4>¿Cuál es el vínculo mente-cuerpo? ¿En qué sentido el arte resuena con la salud? La TCE, promovida por varios autores, es un enfoque neurocientífico que ha inspirado un sinnúmero de publicaciones sobre la percepción del arte1, 2 y “cómo un gran número de neuronas interconectadas generan y emplean dinámicas para controlar la actividad cerebral".1En su artículo, Vickhoff propone un modelo teórico en el cual el arte es, finalmente, una hábil manifestación de la imaginación, un escenario hipotético que se propone a los sentidos por la actividad cerebral endógena.1 Además, es considerado como la dinámica de un sistema que involucra al artista, la obra y el espectador.1Esta dinámica depende de la correspondencia de la actividad cerebral endógena (cognitiva, emocional) tanto del artista como del espectador1 y puede ser concebida en términos de empatía.1-3 Discutido en este nivel, es posible decir que el arte es el grado de sincronización de dicha actividad endógena intercerebral (figura 1).1<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1706923233/Graficos_El_arte_como_medicina_que_si_y_que_no_DFP_AC_MPVC_7cb7d38e92.webp" /></figure>Tres estudios consecutivos sobre la interacción de la mentalidad, las emociones inducidas musicalmente y la sincronización/desincronización, demostraron:1<ul><li>que, por ejemplo, el mindfulness disminuye las emociones negativas provocadas por la música triste y promueve aquellas positivas de la música tranquila/alegre;</li><li>que esa meditación mejora la capacidad de detectar emociones tanto en los rostros como en la música;</li><li>que una música tranquila facilita confrontar la información contradictoria.</li></ul><h3>¿Arteterapia para el estrés?</h3>Estas investigaciones demuestran que la meditación, así como la música tranquila y alegre, facilitan el restablecimiento de la actividad endógena.1 Nos hacen más flexibles.1 Implican sincronización, y la sincronización con la música implica sincronización con el artista.1, 2 Puede que sea más fácil comprenderlo si lo analizamos desde las enfermedades inducidas por el estrés.1El estrés se asocia con una serie de enfermedades mentales (ansiedad, depresión) y físicas, por un sistema inmunológico deteriorado,1 o patologías cardíacas, en casos de estrés prolongado o agudo (síndrome de Takotsubo).1 Sin embargo, si el objetivo de ofrecer la arteterapia es solo la activación física a través de la percepción corporal, no necesitaríamos recurrir al arte.1Podríamos intentar <a href="https://www.docred.com/noticias/noticia-medica-beneficios-entrenamiento-esfuerzo-hta" target="_self">cambiar nuestro estilo de vida y, simplemente, hacer ejercicio</a>.1 Aunque parece tener sentido, esta máxima tiene (al menos) cinco objeciones.1 Desde la perspectiva de la TCE, la arteterapia:1<ul><li>permite integrar un tratamiento más individualizado;</li><li>se podría administrar a personas con restricciones de movilidad;</li><li>puede practicarse colectivamente, promoviendo así la salud social;</li><li>pretende que el espectador viva la obra de arte con todo su ser (cognición, emoción), más allá de solamente promover la salud mediante la activación física;</li><li>desafía presunciones y genera cambios. El efecto artístico es existencial, y el desafío para el terapeuta es lograr que esto suceda.</li></ul>Si bien la conexión recíproca “cuerpo-mente” es bien conocida en la medicina psicosomática, rara vez parece aportar a la práctica médica convencional.1 En palabras de Vickhoff, “en el hospital seguimos siendo una rodilla en la habitación cuatro, una gastritis en la tres”, en otras palabras, no individualizado, sino reducido a partes del cuerpo.1La literatura apunta cada vez más a la sincronización/desincronización neuronal como el vínculo entre el cuerpo y la mente.1 Por último, en la medida en que la ciencia médica sea consciente de estos desafíos, será consciente también de que se necesitan nuevas estrategias terapéuticas.1, 3 Las artes podrían ser, en este sentido, un enfoque interesante.1,3Comentario editorialSi es el arte un choque de imaginaciones, un sistema cognitivo ampliado que comprende al artista, la obra y el espectador, entonces la arteterapia no se trata solo de una estrategia basada en evidencia. Exige empatía, creatividad, sensibilidad e imaginación. Es decir, es en sí misma una forma de arte, con la capacidad de generar un cambio de mentalidad, en ocasiones muy poderoso. De otro modo, no existiría el efecto placebo.

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El arte como medicina, ¿qué sí y qué no?

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