Deberíamos hacernos al menos 5 preguntas como profesionales de la salud antes de subir una foto de un paciente a internet o compartirla en alguna de nuestras redes sociales.

Se ha estimado que más de 20.000 imágenes se comparten cada segundo a nivel mundial en los perfiles personales de redes sociales como Snapchat, WhatsApp, Facebook e Instagram, llegando a alcanzar los 1,4 millones en un minuto.  Estas cifras pueden parecer un signo del fortalecimiento de las redes sociales, sin embargo, también pueden suponer una amenaza a la privacidad de las personas si no se tratan de una manera adecuada. En las últimas dos décadas, el personal sanitario ha mostrado una posición de poder respecto al paciente que le hace pensar que tiene derecho de tomar y difundir imágenes en redes sociales de manera informal y en muchas ocasiones sin el consentimiento del mismo. Aunque mayoritariamente se realiza un uso personal de estos perfiles, en los últimos años ha proliferado la utilización de las redes sociales en el ámbito profesional, como por ejemplo, grupos “exclusivos” para médicos de Facebook y WhatsApp. Existe una tendencia cada vez mayor por parte del personal sanitario en difundir fotografías de quirófanos o salas de procedimientos con ciertas características que permiten reconocer a los pacientes. Además, aunque la difusión de imágenes es la práctica más representativa, también se emplean chats y servicios de mensajería para compartir información.  Con el fin de utilizar de manera adecuada estas herramientas, debemos tener como profesionales de la salud la capacidad de distinguir la información más sensible que no se debe exponer, de la que no lo es. Entran en juego, en este contexto, los conceptos de "asimetría" en la relación médico-paciente, el de "humildad" y el de "reconocimiento". Esto hace que no nos cuestionemos lo que estamos haciendo porque estamos acostumbrados a tener ese “poder”.  Debido a esto debemos hacernos 5 preguntas como profesionales de la salud antes de subir una foto a internet o en alguna de nuestras redes sociales: <ol><li>¿Qué objetivo tiene la fotografía? ¿Es asistencial? ¿Para la docencia? ¿Para la divulgación científica? O ¿Es para ganar notoriedad y reconocimiento o por puro morbo? Existen especialidades, como Dermatología, que trabajan con imágenes a tiempo real. O, por ejemplo, se pueden utilizar como documentación de archivos del servicio de otras especialidades. No obstante, no todos los objetivos son igualmente válidos desde el punto de vista ético. </li><li>¿Se puede reconocer al paciente? Para ello deben establecerse criterios para que sea reconocible o no. </li><li> ¿Ha consentido el paciente que tomemos esa imagen y le demos un uso concreto? Aquí, el consentimiento es protagonista. Parece que, como no se le puede reconocer no hace falta pedirle permiso. Pero debemos tener en cuenta que es una imagen de su cuerpo.  </li><li>¿Va a generar algún tipo de lucro? es importante conocer si va a producir algún tipo de beneficio económico. </li><li>¿Cómo se va a custodiar la fotografía? Es un punto importante, ya que un teléfono celular puede ser robado, extraviado, hackeado, etc. </li></ol>En un futuro cercano deben aparecer nuevas normativas que regulen la difusión de imágenes centradas en garantizar la seguridad en el acceso y en el tráfico de la información clínica, así como garantizar que los centros sanitarios sean responsables del almacenamiento de la información. Por el momento, nuestras acciones deben estar encaminadas a revertir el aspecto ético de la actual situación. Pasar del click and think, es decir, primero cliquear y luego pensar, al think and click: primero pensemos, reflexionemos, démosle valor a la opinión de nuestros pacientes sobre las preguntas anteriores y luego hagamos el clic.

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Difusión de imágenes de pacientes: ¿Qué tan ético es? 

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