El cuidado paliativo y la cirugía por lo general se conciben como especialidades opuestas y contradictorias. Sin embargo, en muchos escenarios, el procedimiento quirúrgico ofrece la oportunidad de paliar síntomas refractarios, con lo cual se hace un aporte significativo a la calidad de vida de los pacientes. A continuación, se presentan diversos argumentos para encontrar puntos en común entre estas dos especialidades.

El cuidado paliativo es una especialidad multidisciplinaria cuyo objetivo es aliviar el sufrimiento y mejorar la calidad de vida de los pacientes con enfermedades crónicas severas.1El cuidado paliativo y la cirugía por lo general se conciben como prácticas opuestas.  La cirugía suele ser intensa e invasiva, lo que a primera vista parece un contrasentido para el cuidado paliativo, cuya finalidad es aportar calidad de vida a pacientes con enfermedades crónicas a irreversibles, y eliminar medidas inefectivas, intensas y no deseadas por los pacientes.2Mientras el cuidado paliativo se enfoca en aliviar el sufrimiento, la cirugía parece hacer todo lo contrario: aumentar el sufrimiento con el dolor posoperatorio, y en muchas ocasiones someter al paciente a un largo proceso de recuperación.2Podría pensarse que estas dos especialidades son contradictorias en un escenario de fin de vida, cuando el paciente probablemente no tiene el suficiente tiempo para recuperarse de una cirugía por más que esta le aporte calidad de vida.2Ese es precisamente el punto álgido. Los pacientes en cuidado paliativo usualmente no tienen suficiente tiempo. Si la cirugía reduce el sufrimiento luego de un mes de recuperación, no parece útil en aquellos casos en que las personas probablemente morirán en una semana.2El cuidado paliativo no solo incluye el cuidado de quien está muriendo; también abarca la atención de personas con enfermedades serias e irreversibles que inminentemente morirán. Limitar su concepto al final de la vida refuerza la dicotomía occidental entre vida y muerte, en la que es todo o nada.3La riqueza del cuidado paliativo radica en que reconoce la posibilidad de la incertidumbre en la evolución de un paciente. Es la transición entre ver la muerte como un fracaso y verla como una oportunidad. Es la posibilidad de morir en paz y no en pedazos; la esperanza de poder vivir en paz.3Entonces, ¿cómo pueden estas dos especialidades ser las dos caras de la misma moneda?Si se piensa en el cuidado paliativo solo para el final de la vida, como una estrategia que elimina terapias intensivas, difícilmente se encontrarán puntos de conciliación. Por el contrario, si se retrocede un poco en la historia natural de la enfermedad hasta justo antes del escenario de fin de vida, la cirugía podría paliar síntomas insoportables aun cuando exista el yugo de la refractariedad,.2Por ejemplo, en un paciente con enfermedad arterial periférica severa que le impide la marcha por claudicación, la endarterectomía o un bypass en miembro inferior podrían aliviar el síntoma. No se curaría la enfermedad, pero el procedimiento quirúrgico haría un aporte significativo a su calidad de vida.2En escenarios como estos la cirugía no cura la enfermedad de base, pero puede aliviar síntomas y restablecer algo de la funcionalidad perdida. Cambia un poco la perspectiva y los dos enfoques ya no parecen tan opuestos.2Por otro lado, está el escenario del paciente quirúrgico con enfermedad en fase terminal. Con seguridad, esta persona se beneficiaría más de un cuidado paliativo que se instaure en el momento del diagnóstico y no cuando ya se encuentre en situación de fin de vida y las opciones paliativas se hayan reducido.1Si bien las intervenciones quirúrgicas agresivas no pueden paliar síntomas de forma efectiva en todos los casos, el reto para el galeno es decidir en qué circunstancias puede hacerlas. Hacer un adecuado juicio clínico para determinar si el paciente vivirá lo suficiente para recuperarse de una intervención quirúrgica y disfrutar de sus beneficios depende de su posibilidad individual de sobrevida, y esto sin duda requiere un entrenamiento exhaustivo por parte del profesional.2<h3>El éxito quirúrgico y la paliación</h3>El éxito de la cirugía usualmente se mira en términos de ausencia de complicaciones y sus desenlaces, incluida la muerte. Los desenlaces reportados por los pacientes en términos de sintomatología y funcionalidad por lo general no forman parte de las estadísticas. 2Las métricas sobre morbimortalidad quirúrgica no son útiles para evaluar la efectividad de las intervenciones paliativas. Del mismo modo, el éxito de las medidas paliativas no es útil para el escenario quirúrgico si solo se tiene en cuenta la eliminación de intervenciones costosas e intensas en los pacientes. 2Por tal razón, para cambiar la perspectiva y no considerar como opuestas a estas dos especialidades, se requieren nuevos métodos de evaluación, en los que la calidad de vida reportada por los pacientes tras las intervenciones sea tenida en cuenta. 2<h3>Conclusión</h3>Es natural concebir la cirugía como contraria al cuidado paliativo. Sin embargo, la paliación también requiere de la cirugía, la cual puede ser intensa y en ocasiones agresiva. Reconocer cuándo el procedimiento quirúrgico es el principal medio para aliviar el sufrimiento debe ser la prioridad tanto para los cirujanos como para los paliativistas. 2<h4>Comentario editorial</h4>Pensar el cuidado paliativo y la cirugía como especialidades complementarias y no opuestas, le ofrece al galeno la oportunidad de entender el cuidado paliativo como una atención que se presta mucho antes del final de la vida, desde el momento en que se diagnostican muchas enfermedades crónicas e irreversibles. Se necesita tiempo para que la cirugía sirva como medida radical de paliación de síntomas, y por esto es más que necesaria una remisión temprana a cuidado paliativo. ¿Considera usted que el cuidado paliativo y la cirugía son opuestos?

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Cirugía y cuidado paliativo, las dos caras de la misma moneda

La cirugía y el cuidado paliativo pueden pensarse como especialidades complementarias a la hora de paliar de manera radical síntomas refractarios. 