Un artículo de JAMA, indicó que los trastornos por uso de sustancias son una de las enfermedades más estigmatizadas por los médicos; aun cuando la neurobiología ha establecido los mecanismos causantes, los profesionales continúan juzgando a estos pacientes hasta el punto de creer que merecen un castigo y peor aún, no desean brindarles atención médica. Es necesario modificar el lenguaje que se utiliza para los trastornos de adicción, que por sí solo no resolverá el estigma, pero es un paso en la dirección correcta y establece una mayor empatía y comprensión hacía estas personas.

El estigma que enfrentan hoy las personas con adicciones es similar a las actitudes discriminatorias que enfrentaron las personas con depresión hace 20 años, aunque existe una mayor aceptación de que la depresión es causada por un desequilibrio químico en el cerebro, la adicción todavía es objeto de burla y la gente no quiere estar cerca de alguien que sufre de esta condición.  El lenguaje negativo que usamos para describir a las personas que luchan con los trastornos por uso de sustancias (TUS) puede perpetuar el estigma de estas enfermedades, y contribuir a una cultura que devalúa a estos individuos. Incluso, la Dra. Nora D. Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), indicó que los TUS son actualmente el problema médico más estigmatizado, mucho más que el VIH, la depresión y otros trastornos psiquiátricos. De aquí, la importancia de las palabras que usan los médicos cuando hablan sobre los TUS o al dirigirse a los pacientes que tienen estas afecciones.  Según la Encuesta Nacional sobre el Uso de Drogas y la Salud de 2019, solo el 10% de las personas de 12 años o más con un TUS recibe tratamiento. Los datos reflejan las actitudes negativas de los galenos y el autoestigma que pueden sentir las personas con esta enfermedad, debido a que han sido maltratados en el pasado por estos profesionales y no quieren volver a ponerse en esa posición.1Los médicos tienden a ver a las personas con TUS como desmotivadas, manipuladoras, deshonestas, volátiles, y estas creencias pueden llevar a no querer ver a estos pacientes o darles citas más breves, inclusive, a no escucharlos ni darles el beneficio de la duda, lo que da como resultado estándares de atención más deficientes. En pocas palabras, los pacientes reciben un mensaje implícito de “no eres bienvenido aquí y no quiero hablar contigo”.  Asimismo, el conocimiento sobre la neurobiología de estos trastornos no impide necesariamente que los clínicos vean la adicción como un fracaso moral, que se deriva de actitudes de larga data sobre querer castigar o encarcelar a estas personas.  Los profesionales pueden distanciarse de estos pacientes porque carecen de capacitación en lugar de compasión. Si no se sienten preparados para tratar esta enfermedad, la tendencia es ignorarla y decidir que es responsabilidad de otra persona abordarla, pero esto solo empeora el problema al retrasar el tratamiento.  Incluso, cuando los expertos en adicciones piden a los médicos e investigadores que modifiquen su lenguaje cuando se refieran a personas con TUS, reconocen que algunos grupos o programas pueden preferir el uso de adictos o alcohólicos, como, por ejemplo, Alcohólicos Anónimos. Sin embargo, no debería haber ningún argumento para eliminar del léxico TUS las palabras “abuso” y “abusador”, que connotan mala conducta intencional, indulgencia egoísta y la necesidad de castigo. Es importante que los profesionales puedan tratar a los pacientes con respeto y transmitirles que la adicción no es culpa de ellos, recordemos que esta condición suele conducir a una baja autoestima y un alto riesgo de suicidio.  Por otro lado, las imágenes pueden ser tan estigmatizantes como las palabras cuando se trata de la apariencia física de las clínicas de salud mental y abuso de sustancias. Los pacientes con TUS a menudo son tratados en edificios en mal estado, lo que da la impresión de que padecen un trastorno de segunda clase; y no solo les preocupa recibir una atención de peor calidad debido al estigma de su enfermedad, sino que también reciben el mensaje de que no son dignos de los entornos agradables en los que se trata a las personas con enfermedades “reales”. Sin duda, mejorar estos espacios y lugares puede aliviar el aislamiento y la vergüenza de la enfermedad.  Modificar el lenguaje de la adicción por sí solo no resolverá el estigma, pero es un paso en la dirección correcta y establece un marco para una mayor empatía y comprensión de que las personas con TUS no son seres humanos "defectuosos”.  Una terminología más precisa puede ayudar a cambiar la percepción de que el tratamiento de la adicción no tiene como objetivo evitar que las personas roben o trafiquen con drogas, sino para permitirles recuperarse y mejorar sus vidas.  El lenguaje puede ayudar a garantizar que los recursos se asignen al nivel necesario, para abordar los problemas de adicción que tienen un gran impacto en los costos de atención médica en muchos países.Comentario editorialA pesar de que la neurobiología explica las posibles causas de los trastornos por uso de sustancias, en la actualidad, los pacientes con esta condición siguen siendo estigmatizados por los médicos. El objetivo se debe enfocar en eliminar palabras que juzguen o estigmaticen a los enfermos y poder proveerles un ambiente seguro y confortable y así mejorar la calidad de vida ¿Está de acuerdo con el cambio de la terminología para hacer referencia a estos pacientes? ¿Cree que se debería sustituir “trastorno de adicción” por “trastorno por uso de sustancias”?

Interés general

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Palabras estigmatizantes que hieren en los trastornos de adicción 

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