Según la OMS, una discapacidad es “el resultado de la interacción entre la persona con una deficiencia y las barreras ambientales y de actitud que puede enfrentar". Aproximadamente el 6% de los estudiantes de medicina y el 3% de los médicos tienen alguna discapacidad; aunque es un porcentaje relativamente bajo, es un tema que se está abordando con más frecuencia. Gracias a diferentes programas que existen en universidades, hospitales e institutos, la incluso de estos profesionales con los ajustes necesarios en la práctica médica sin que afecte la seguridad del paciente, ha sido más notoria.

Los conceptos modernos de discapacidad utilizan el modelo biopsicosocial en el que la discapacidad y el funcionamiento se ven como resultados de las interacciones entre las condiciones de salud y los factores contextuales que, a su vez, pueden ser factores ambientales externos (actitudes sociales, clima, etc.) y factores personales internos (género, edad, origen social, carácter, etc.) que influyen en cómo experimenta la discapacidad un individuo.  Es importante distinguir entre tener una enfermedad y tener una discapacidad, a pesar de la combinación confusa de los dos conceptos. La discapacidad implica tener un impedimento, un cambio perjudicial en la estructura o función normal, que conduce a una limitación de la actividad, una dificultad para realizar alguna tarea o acción y, por lo tanto, restricción de la participación (una limitación en el trato con las situaciones de la vida). Por lo tanto, una definición de discapacidad aceptable es la propuesta por la OMS y aceptada por Disabled Peoples International como "el resultado de la interacción entre la persona con una deficiencia y las barreras ambientales y de actitud que puede enfrentar". Este es un tema cada vez más importante en la educación médica. Los datos del Reino Unido reportan que aproximadamente el 6% de los estudiantes de medicina tienen alguna discapacidad y en general, la más común es la dislexia (1). Aunque la información sobre la prevalencia de discapacidades entre los estudiantes está bien establecida, no existen tantos datos paralelos para los médicos.  Sin embargo, un estudio (2) reportó que el 3.1% de los médicos en los EE.UU tienen discapacidades. Muchos de estos también se identificaron como miembros de otros grupos susceptibles de sufrir discriminación. Dado el sesgo, el acoso y la discriminación experimentada por grupos tradicionalmente subrepresentados en la medicina, estos hallazgos pueden tener implicaciones importantes para los médicos en la intersección de múltiples identidades marginadas. No es difícil suponer por qué la prevalencia de personas con discapacidad en la medicina es tan baja: algunos posibles solicitantes podrían creer que su discapacidad les impediría trabajar como médicos y esto podría verse reforzado por una cultura en la medicina que es hostil a la discapacidad dentro de sus filas. Si bien las sociedades médicas y la comunidad en general apoyan a los médicos con discapacidades que ya ejercen y desean continuar ejerciendo, las tasas de matriculación y graduación de los estudiantes con discapacidades físicas y sensoriales siguen siendo bajas.  <h3>Practicar la medicina de forma segura </h3>Los médicos con discapacidades (tal como se definen en la Ley de Discriminación por Discapacidad del Reino Unido) no necesariamente presentan riesgos para la seguridad del paciente. Aunque las estadísticas sugieren que la enfermedad mental es la discapacidad que más probablemente afecte la aptitud para ejercer, no es prudente generalizar. Los estereotipos de este tipo son una de las razones más comunes por las que los empleadores son procesados en virtud de las leyes existentes. Los médicos que generalmente no están protegidos por la ley, como aquellos con ciertos rasgos de personalidad y trastornos por abuso de sustancias, son más peligrosos. La seguridad del paciente debe ser una preocupación primordial de todos los que se dedican a la atención de la salud y no se puede justificar un estándar de atención más bajo y menos confiable en aras de la igualdad de discapacidad.  Los médicos discapacitados tienen derecho a que se realicen "ajustes razonables" en sus condiciones de trabajo, pero la razonabilidad debe calcularse teniendo en cuenta todas las circunstancias, incluidos los riesgos potenciales para la salud y la seguridad de cualquier persona, bien sean las propias personas discapacitadas, colegas y, por supuesto, los pacientes. Sin embargo, las razones de salud y seguridad nunca deben esgrimirse como excusa para la discriminación. En muchos casos, los estándares de atención segura no se verían comprometidos si se hicieran ajustes laborales razonables para los médicos con discapacidades. Por lo tanto, este grupo de profesionales no debe ser discriminado por presunto riesgo para la seguridad del paciente. <h3>Salud mental y problemas de aprendizaje </h3>Estas condiciones constituyen el 'extremo difícil' del espectro de discapacidad entre los médicos, y también representan la mayor proporción de tipos de discapacidad. El tema se complica por el hecho de que los estudiantes de medicina o los médicos con una enfermedad mental o una discapacidad de aprendizaje pueden no considerarse discapacitados, incluso cuando se ajustan a la definición indicada.  Mientras que muchos de estos profesionales son reacios a revelar enfermedades mentales, no ocurre lo mismo con trastornos como la dislexia y la mayoría de las universidades tienen procedimientos bien establecidos, para permitir a los estudiantes disléxicos tiempo adicional o equipo especial para compensar su discapacidad. Los colegas no siempre son comprensivos y aquellos que lo son a menudo lo atribuyen a la experiencia, ya sea como víctima o debido a la exposición profesional. Mientras que algunas condiciones impiden que los médicos trabajen (psicosis incontrolada, trastorno obsesivo compulsivo grave o anorexia nerviosa activa), muchas condiciones si se manejan adecuadamente, pueden permitir que los médicos practiquen normalmente en ciertas áreas.  Por ejemplo, los médicos con trastorno bipolar han trabajado con éxito cuando han informado a otros miembros de su equipo sobre el diagnóstico y las consecuencias para que cuando muestren signos de entrar en una fase hipomaníaca, se pueda brindar ayuda rápida. De la misma manera, alguien con epilepsia o episodios de hipoglucemia puede concienciar a sus colegas. Actitudes negativas percibidas hacia la enfermedad, en particular, los problemas de salud mental, pueden hacer que los estudiantes y los médicos no busquen asesoramiento y tratamiento a través de los canales normales. Entre los estudiantes de medicina se han identificado niveles de estrés, ansiedad crónica y depresión muy por encima de lo normal para estudiantes universitarios y lo mismo ocurre con los médicos. Debido a los temores de estigmatización y la necesidad percibida de la máxima confidencialidad, muchos profesionales con problemas de salud mental buscan ayuda del sector privado, por lo que es difícil obtener datos sobre la prevalencia de tales trastornos.

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