¿Debemos estar siempre sanos los médicos? ¿Se nos ha enseñado como lidiar con nuestras propias enfermedades? El término “yo médico” fue introducido por el psiquiatra Robert Klitzman para referirse al acto de comportarse como un médico incluso cuando se es un paciente. Algunos creen en los modelos antiguos y actúan pasivamente cumpliendo las órdenes del colega, mientras que otros les resulta difícil ceder el control y la competencia. Experimentar el cambio de roles puede ayudar a que el médico comprenda más a sus pacientes y brindar mejor atención.

Que los médicos siempre deben estar sanos es una premisa milenaria en la medicina occidental. Esta idea posiblemente se origina en una cita de los tratados hipocráticos que dice “Los médicos deben lucir sanos”, y ha sido ampliamente utilizada desde entonces incluso, se continúa escuchando en algunos países.  Algunos galenos dan por sentado que siempre serán saludables, irónicamente muchos de ellos parecen no preocuparse por su salud, inclusive hay estudios que señalan que a los estudiantes de medicina no se les enseña cómo lidiar con sus propias enfermedades a lo largo de la educación y formación médica. Otra idea conocida pero contradictoria que persiste, es que los médicos deben convertirse en pacientes al menos una vez para poder comprenderlos. Esto alude a la noción de que sin haber experimentado la paciencia, no pueden entender realmente lo que significa estar enfermo, a pesar de ver a los pacientes casi todos los días. Por lo tanto, existe una desconexión entre el profesional y el paciente hasta que el primero se enferma.  <h3>El yo médico y la inversión de roles  </h3>Cuando los médicos se dan cuenta de sus síntomas comienzan a plantearse un diagnóstico diferencial, incluso algunos se consideran a sí mismos como casos médicos y se presentan de esta manera a sus colegas. Además, se acercan a sus propias enfermedades como si estuvieran examinando a un paciente.  El psiquiatra y antropólogo Robert Klitzman introdujo el término “yo médico” para referirse al acto de comportarse como un médico incluso cuando este es un paciente.  Durante la enfermedad, este “yo médico” aplica automáticamente el conocimiento y la experiencia médica a los síntomas, lo que puede llevar a la negación y a un retraso en el diagnóstico y el tratamiento. En una de sus investigaciones Klitzman definió este fenómeno como “enfermedad posresidencia” donde los médicos minimizaban o negaban las propias enfermedades después de este periodo.  Por otro lado, se encuentran los médicos que con síntomas sutiles pueden desencadenar pensamientos catastróficos, lo que hace que nieguen su propia enfermedad. En otras palabras, la suma del conocimiento, la experiencia y el yo médico, pueden irónicamente generar sufrimiento en silencio en lugar de aliviar o solucionar los problemas de salud.  Una de las razones de lo anterior, es el miedo a ser visto como vergonzoso, así como el miedo a cometer errores en el diagnóstico frente a otros colegas. Además, existe una presión externa por parte de los pacientes y las comunidades para que los médicos estén siempre sanos.  Convertirse en pacientes puede forzar una transformación conocida como reversión de roles o dilema de roles. Esto se considera un cambio muy difícil ya que los roles de médicos y pacientes son bastantes distintos y difíciles de fusionar.  Sin embargo, cuando esto ocurre los médicos quedan confundidos con respecto a cómo deben comportarse durante la consulta, ¿Como médicos o como pacientes? Algunos creen en los modelos antiguos donde el paciente obedece las órdenes del médico, mientras que a otros les resulta difícil ceder el control y la competencia.  En resumen, el yo médico está incrustado en la mente de los médicos-pacientes y, por lo tanto, deben lidiar con la inversión y la determinación de roles. Se puede obtener las perspectivas de los pacientes con respecto a sus entornos de trabajo a través de la experiencia. <h3>Barreras en el cuidado de la salud </h3>Además del yo médico y las dificultades para determinar el rol, hay una serie de obstáculos que se deben superar para obtener atención médica. En conjunto, estos pueden denominarse barreras de la atención de la salud y están incrustadas no solo en los propios médicos-pacientes, sino también en la cultura y los sistemas médicos que los rodean. Una de estas son las consultas informales, también llamadas consultas en el corredor con colegas y amigos que son médicos. Asimismo, el costo del seguro, el tiempo libre y los honorarios, son otras preocupaciones de los médicos-pacientes que actúan como barreras para el acceso a la atención médica, a pesar de que generalmente se asume que estos son miembros de un grupo socioeconómico privilegiado.  El conocimiento interno de los proveedores médicos es también un obstáculo para que se conviertan en pacientes, ya que a menudo saben qué proveedores tienen limitaciones en la atención médica o tienen mala reputación.  <h3>Automedicación  </h3>El autotratamiento es bastante común entre los médicos. Las razones para esta práctica pueden ser similares a las identificadas como barreras para el acceso a la atención médica. Algunos estudios encontraron que las horas de trabajo impredecibles de los residentes les impedían acceder a los servicios de atención médica. Por otro lado, la confidencialidad y las futuras preocupaciones profesionales puede causar que los médicos no consulten a sus médicos de cabecera u otros médicos. La mayoría entienden que la confidencialidad de su información no se puede mantener, sobre todo cuando buscan ayuda en el hospital o clínica donde trabajan. Esta preocupación es un tema particular en el contexto de enfermedades psicológicas, como la depresión, así como la dependencia del alcohol y las drogas, más que por enfermedades físicas. Tener una enfermedad mental genera un gran impacto no solo en la salud de los médicos, sino también sobre sus perspectivas profesionales futuras.  Según Bianchi et al., los médicos con enfermedades mentales pueden considerarse no estar en condiciones de trabajar, en especial en términos de toma de decisiones en la práctica médica. De hecho, en el Reino Unido, los médicos diagnosticados con una enfermedad mental pueden perder su licencia para ejercer la profesión. Por el contrario, las enfermedades físicas no parecen influir en las percepciones de la capacidad del médico para trabajar, siempre que se recupere. Aun así, existen preocupaciones sobre confidencialidad y miedo a revelar sus condiciones médicas. <h3>Presentismo  </h3>El presentismo o el acto de trabajar estando enfermo, es un problema notable entre los médicos. Las razones incluyen un sentimiento de responsabilidad hacia el cuidado de los pacientes y una fuerte obligación con los colegas. En un estudio1 donde evaluaron las experiencias de enfermedad de los médicos jóvenes encontraron que estos generalmente percibían la ausencia a causa de una afección como un “fracaso”, debido a las fuertes expectativas de competencia dentro de la cultura médica. De esta forma, las razones del presentismo son similares a la automedicación: si bien no se fomenta explícitamente, la cultura lo exige implícitamente, a pesar del riesgo para la salud tanto del paciente como del médico. La literatura existente ilustra cómo las aflicciones de los médicos hacen que cambien sus perspectivas sobre sí mismos y otros, a través de sus experiencias de convertirse en pacientes. Estas difieren de las del público en general porque navegan entre su yo médico, la inversión del rol y las barreras a la atención de la salud incrustados en el sistema y la cultura médica.  Los médicos a menudo se automedican, a pesar de las prohibiciones en contra de esto en los códigos éticos, así como del presentismo e incluso cuando saben que no es aconsejable desde la perspectiva de la gestión de riesgos. Es una simplificación algo unilateral decir que ser médico es beneficioso o desventajoso cuando éste se enferma, ya que las experiencias pueden ser multifacéticas. Comentario editorial. Ser médico y actuar como paciente no siempre es tan sencillo. Debido a los conocimientos y la experticia existe una dificultad para la inversión de roles. Sin embargo, es necesario que esto suceda de manera exitosa para evitar retrasos en el diagnóstico y el tratamiento, y que además puedan experimentar las sensaciones de los pacientes y comprender mejor sus dolencias.

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