El derecho a morir de forma digna, tiene más que ver con la legislación del país donde se solicite que la conversación médico-paciente; esta dinámica, dilata los procesos que personas como Martha Sepúlveda o Víctor Escobar, colombianos con enfermedades no terminales, tuvieron que batallar hasta lograr finalizar pacíficamente con sus vidas. Si bien algunos países latinoamericanos permiten el suicidio asistido como forma de eutanasia, el camino que determina si toda vida es sagrada, aún tiene mucho qué recorrer.

El concepto de la sacralidad de la vida acompaña a la humanidad en diversas culturas alrededor del mundo, según el contexto social y religioso puede variar, aunque se mantiene en un mismo principio general: el valor de la existencia del ser humano es inconmensurable, por ende, su vida, debe ser preservada y ningún otro humano tiene derecho a destruirle; teniendo en cuenta esta máxima, podría decirse que la historia de la humanidad ha sido pacifica, afable y llena de respeto, sin embargo, los libros de historia nos muestran páginas salpicadas de sangre bajo todo tipo de preceptos religiosos, políticos o legales, dando lugar a la pregunta: ¿La santidad de la vida es realmente un concepto inamovible e irrefutable?La eutanasia es un tema sensible en el mundo, incluso en aquellos lugares donde existen leyes que avalan su funcionamiento como es el caso de Colombia, uno de los 7 países donde esta práctica es legal y donde sus casos recientes ponen al país bajo la lupa vigilante de toda Latinoamérica.Pacientes buscan morir dignamenteMartha Sepúlveda tenía 51 años cuando pudo hacer efectivo su derecho a acceder a la eutanasia según lo previsto por la ley colombiana, aunque fuese una larga travesía dentro del marco legal de su país. Ella, padecía de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad no terminal, grave y degenerativa.Sepúlveda tenía agendado su procedimiento para el 10 de octubre del 2021, sin embargo, el Instituto Colombiano del Dolor (IPS Incodol), canceló unas horas antes la eutanasia, argumentando que la paciente no sufría de una enfermedad terminal. Adicionalmente, el caso de Sepúlveda entró al ojo del huracán de los medios colombianos, recibiendo opiniones de entidades sin competencia en el asunto e inclusive, un comunicado de la Conferencia Episcopal de Colombia solicitándole reflexionar sobre su solicitud.Eventualmente, la señora Sepúlveda logro el fallo de la corte constitucional que ordenó a la IPS Incodol, que reanudara el procedimiento de acuerdo a lo establecido por el comité científico que estudió el caso de la paciente. Martha Sepúlveda falleció el 8 de enero de 2022 justo como lo había deseado, dejando abierto el debate sobre la eutanasia en pacientes con enfermedades no terminales que degradan la calidad de vida.Otro caso colombiano fue el de Víctor Escobar, quién durante dos años de intensa batalla legal, logró recibir la eutanasia días antes que Martha Sepúlveda; Escobar, sufría de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), hipertensión arterial y también padecía inmovilidad de parte de su cuerpo, debido a un accidente.En Perú se encuentra Ana Estrada, una psicóloga que ha tenido que vivir 30 de sus 44 años de vida con polimiositis, enfermedad degenerativa que día a día le arrebata un poco más el control sobre su propio cuerpo. El pasado 22 de enero de 2021, el juzgado constitucional de Lima reconoció la vulneración de Ana Estrada, pero la última batalla se deberá librar frente a la corte suprema, donde se ratificará que no se judicializará a quien decida ayudar a la señora Estrada.Avances en LatinoaméricaAunque sólo Colombia tenga aprobada leyes para la eutanasia en Latinoamérica, sí existen leyes en diferentes países que avalan el suicidio asistido, siendo herramienta para que diferentes personas reclamen el derecho de acceder a estos procedimientos. En Argentina y Chile, desde el 2012, ambos países cuentan con la posibilidad que permite a personas con enfermedades terminales e irreversibles, rechazar el tratamiento que prolongue sus vidas de forma artificial. En Uruguay, personas de edad avanzada, están amparadas por la ley 18.473 para rechazar tratamientos que alarguen su vida si están psicológicamente aptos para tomar esta decisión.Así como el deseo de independencia se esparció como fuego sobre hierba seca en Latinoamérica durante el siglo XVIII, la ley colombiana del 20 de abril de 2015, ha servido para que el debate sobre la eutanasia se dé en diferentes países de la región; tomar como ejemplo las regulaciones de países europeos, especialmente Países Bajos, el primer lugar del mundo en reglamentar la eutanasia, no es lo más adecuado, pues las circunstancias del contexto latinoamericano no se asemejan al europeo, y pueden prestarse como excusa para rechazar solicitudes. Al ser Colombia el punto de referencia para la región, el panorama cambia debido a las similitudes culturales, económicas y sociales que se comparten entre los países latinos.Para el medico argentino Jorge Luis Manzini, especialista en cuidados paliativos y experto en bioética, ningún estado debería tener la obligación de preservar la vida de alguien en contra de su voluntad; la regulación de este tipo de leyes, puede ser herramienta para controlar que las decisiones de estos pacientes se tomen de forma verdaderamente autónoma, sin atentar contra la ética o la influencia de problemas monetarios que pueda tener la persona a la hora de tomar una decisión para aliviar una carga económica de la familia.Finalmente, el Estado debe servir como garante que proteja a las personas en condición de paciente, a quienes se les vulnera el derecho de decisión sobre su propia vida, ya que las decisiones sobre tratamientos y medicamentos en diferentes enfermedades, sólo le compete al médico y su paciente; batallas como las de Martha Sepúlveda, Víctor Escobar y Ana Estrada, pueden servir para cambiar la pregunta sobre la que se arma el debate. Tal vez es hora de dejar de cuestionar si una persona debería decidir sobre si terminar, o no, con su propia vida y mejor debería preguntarse: ¿Por cuáles cosas vale la pena vivir y por cuáles no?También puede interesarle: <a href="https://www.docred.com/articulos/ar-interrupcion-voluntaria-comida-bebida-acelerar-muerte" target="_self">Interrupción voluntaria de la comida y la bebida para acelerar la muerte</a>Comentario Editorial: Sobre el caso de Ana Estrada, que aún se encuentra abierto, se puede reflexionar si alguien que lleva tanto tiempo en condiciones que no tienen mejoría, realmente tiene una vida digna. Los preceptos sobre la existencia, giran en torno a las creencias personales, y la toma de este tipo de decisiones fulminantes, necesitan de asesoría médica y psicológica objetiva, que de prioridad al caso y no a los sentimientos personales del profesional de salud.

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