El trastorno depresivo mayor (TDM) es una enfermedad común en todo el mundo, con más de 264 millones de personas afectadas. La fisiopatología del TDM es compleja y probablemente se deba a diferentes mecanismos que interactúan entre sí. Varios estudios preclínicos y clínicos describieron una alteración de la neuroplasticidad en el TDM, como una menor densidad sináptica en el cerebro que se asocia con la gravedad de los síntomas depresivos.  La actividad física (AF) se asocia con niveles más altos de neuroplasticidad en sujetos sanos y se ha identificado como un factor protector contra la aparición de depresión. El efecto de la AF o los programas deportivos se ha estudiado ampliamente en el TDM y se ha demostrado el beneficio clínico y la relevancia terapéutica, incluso en intervenciones a corto plazo. Además, la AF parece influir en los síntomas cognitivos en el TDM, así como en los déficits de atención, concentración, memoria y funciones ejecutivas.  En un artículo (1) publicado hace pocos días, se investigó el efecto de un programa de actividad física aplicado durante un período de 3 semanas sobre los síntomas clínicos, la excitabilidad neural y la plasticidad inducida por estimulación asociativa pareada (PAS) en la corteza motora, así como el rendimiento cognitivo en pacientes hospitalizados con un episodio agudo de depresión durante su permanencia en la sala psiquiátrica.  La actividad física se realizó 3 días a la semana (lunes, miércoles y viernes) y fue guiada por un instructor. Cada sesión duró 60 minutos (sin descansos) y se centró en uno de cada 3 tipos de ejercicios una vez a la semana, bien sea de coordinación, resistencia o entrenamiento de fuerza. El programa de AF tenía como objetivo aumentar la motivación e inducir una respuesta afectiva positiva hacia la actividad física y deportiva.  Durante el estudio se utilizó el Inventario de Depresión de Becks II (BDI-II) para la autoevaluación de los pacientes y la escala de depresión de Hamilton con 17 ítems (HAMD-17) para la evaluación de los síntomas clínicos.  Los resultados indicaron que las personas de los grupos de actividad física y grupo control, no difirieron en sus puntuaciones BDI-II y HAMD-17 antes del inicio de la intervención. Sin embargo, después de la intervención ambas puntuaciones disminuyeron de manera significativa en los dos grupos. De igual forma, se evidenció una disminución notable en la puntuación HAMD-17 en el grupo de actividad física, mientras que no hubo diferencias en la disminución para la puntuación BDI-II entre los grupos.  Los autores de la investigación mostraron que la AF tuvo un efecto clínico beneficioso, ya que redujo la gravedad de los síntomas - como el retraso psicomotor y la pérdida de energía - según lo evaluado por HAMD-17. Asimismo, indicaron que la gravedad del cuadro clínico psicológico o afectivo del TDM, como se monitorea con el BDI-II, están correlacionados con la cantidad de plasticidad sináptica de potenciación duradera, y que la AF como intervención puede normalizar la neuroplasticidad deficiente que, a su vez, se correlaciona con la reducción de la sintomatología clínica.<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1629983892/DOCRED_Plataforma_Grafica_EEEP_01_e9a59ba292.webp" /></figure>Igualmente, la presencia de síntomas característicos del TDM como anhedonia, pérdida de interés, pérdida de motivación y retraso psicomotor, podría contribuir aún más a una reducción de la plasticidad sináptica. La falta de actividad física, cognitiva y de interacción social, priva al cerebro de estímulos importantes que pueden contribuir a la reducción o pérdida de sinapsis necesaria para mantener al cerebro susceptible a los cambios plásticos. Por lo tanto, mejorar la neuroplasticidad es un enfoque de tratamiento prometedor, y se ha demostrado que el uso de la AF como intervención es clínicamente beneficioso en el TDM.  Como conclusión, los autores demostraron que una intervención de AF apoya la remisión de los síntomas clínicos y normaliza la neuroplasticidad deficiente inducida por la plasticidad sináptica duradera en el TDM, además, ambas observaciones están altamente correlacionadas. Se necesitan más investigaciones para explorar si el efecto de las intervenciones terapéuticas podría predecirse mediante parámetros clínicos o neurofisiológicos, ya que esto apoyaría el desarrollo de estrategias de tratamientos individualizadas.  Comentario editorial. Está comprobado que la actividad física contribuye a reducir los síntomas presentados en los pacientes con trastorno depresivo mayor, y al mismo tiempo normaliza la neuroplasticidad que también está comprometida durante este proceso. El estudio demostró que realizar intervenciones físicas puede tener un efecto beneficioso sobre los síntomas del TDM, y mejorar así la calidad de vida de los pacientes.  También le podría interesar:<a href="https://www.docred.com/articulos/articulo-medico-el-miedo-y-paranoia-tambien-son-contagiosos-en-pandemia-COVID-19" target="_self"> El miedo y paranoia también son contagiosos en pandemia</a>

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Eficacia de la actividad física en depresión

La evidencia demuestra cómo la actividad física mejora los síntomas clínicos del trastorno depresivo mayor. Descubra más acá.  