La determinación de la muerte cerebral es un problema clínico mundial y común; según lo definido por criterios neurológicos, representa aproximadamente el 2% de las muertes intrahospitalarias en adultos y el 5% de los fallecimientos pediátricos anuales en Estados Unidos. La revisión hecha por el médico David M. Greer provee pautas formales para la determinación de este suceso, así como ayudas diagnósticas compatibles con el estado clínico.

El concepto de muerte cerebral se define como “el cese irreversible de todas las funciones cerebrales incluyendo el tallo cerebral. Su diagnóstico es clínico, pero en algunas jurisdicciones son requeridos los paraclínicos que sustenten el diagnóstico”. 1,2 Etiológicamente hablando, la muerte cerebral puede ocurrir, de manera primaria, por una lesión cerebral como hemorragia subaracnoidea, lesión cerebral traumática, hemorragia intracerebral, accidente cerebrovascular isquémico masivo, en determinadas ocasiones por neoplasias cerebrales, o de manera secundaria, como en el paro cardiorrespiratorio con anoxia cerebral global subsiguiente.1,2 Sin importar la causa que conduzca a la muerte cerebral, la vía final común consiste en un aumento de presión intracerebral que supera la presión de perfusión cerebral y la presión arterial media, lo que produce un paro circulatorio cerebral. 1 El diagnóstico de esta condición por lo general se realiza de forma clínica y consiste en demostrar la pérdida permanente de la función cerebral global, incluido el tronco encefálico, en ausencia de factores que puedan confundir la evaluación, como toxinas o medicamentos. Si los factores de confusión no pueden ser eliminados de manera segura y completa, se realizan pruebas complementarias, entre ellas imágenes tomográficas.1 Un estudio publicado en Francia mostró que la tomografía axial computarizada de cráneo y los potenciales evocados somatosensoriales podrían ser relevantes en pacientes en coma, como herramienta para predecir su posibilidad de progresión a muerte cerebral tras un paro cardiorrespiratorio. Algunos estudios han reportado que para definir la irreversibilidad de la función cerebral tras un paro cardiorrespiratorio se requiere un tiempo de espera de mínimo 24 horas, aunque este tiempo no ha sido estudiado de manera sistemática. Cabe aclarar que el escenario cambia cuando se trata de población pediátrica, en la que, de acuerdo con la edad, se requieren tiempos de espera más prolongados entre dos valoraciones clínicas hechas por médicos diferentes, debido a la tolerancia a la hipercapnia que suelen tener estos pacientes en el periodo neonatal.1  Sin importar del tiempo, el estándar sugiere que aunque se trate de adultos o niños, se debe enfatizar, más que en el tiempo de espera, en la necesidad de que sean dos examinadores distintos los que hagan este diagnóstico en momentos diferentes.1  Los siguientes son algunos prerrequisitos para determinar la muerte cerebral:1 <ol><li>Determinar la causa de muerte y asegurar su irreversibilidad.  </li><li>Eliminar todos los factores que pueden viciar el diagnóstico, como disregulación de la temperatura, inestabilidad en la tensión arterial, alteraciones hidroelectrolíticas, alteraciones del estado ácido-base, intoxicaciones agudas o medicamentos que alteren el estado de conciencia.  </li></ol>El examen físico para determinar la muerte cerebral consiste básicamente en explorar todos los reflejos del tronco encefálico, a saber, el fotomotor y consensuado, el oculocefalógiro, el corneano, el oculovestibular, el tusígeno o carinal, el de deglución y el respiratorio.1  Para este último, se sugiere complementar con un test de apnea, dado que la observación de la presencia o ausencia del esfuerzo respiratorio puede dificultarse. Esta observación consiste en suspender la ventilación mecánica y dejar únicamente una fuente de oxígeno por cánula nasal que permita su difusión pasiva durante diez minutos, tras lo cual se toman gases arteriales. Si la presión parcial de CO2 aumenta por encima de 60 mm Hg o más de 20 mm Hg con respecto al nivel basal previo, se determina un test de apnea positivo. 1 Los exámenes complementarios no son obligatorios dado que el diagnóstico es clínico, pero se realizan en algunos casos cuando la clínica no es certera, por ejemplo, en casos de trauma facial severo. En estos casos se prefiere el uso de imágenes diagnósticas que permitan evaluar la perfusión cerebral, como la angiografía con sustracción digital, pero también se utiliza el Doppler transcraneal o la gammagrafía de perfusión. 1 En conclusión, el diagnóstico de muerte cerebral es clínico y existe gran variabilidad en torno al número de examinadores requeridos, el tiempo de espera requerido y el detalle de paraclínicos complementarios útiles para este fin. Se necesitan estudios prospectivos para evaluar la efectividad del uso de otro tipo de imágenes a la hora de evaluar la irreversibilidad de la patología de base. 1 Comentario editorial  La muerte cerebral está mundialmente conceptuada. Sus protocolos de diagnóstico y tratamiento pueden variar según la posición demográfica; sin embargo, a veces puede ser necesario incluir pruebas complementarias. ¿Cuál es la regulación sobre los criterios de muerte cerebral en su país? Déjenos saber su opinión en los comentarios.

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Determinación de Muerte Cerebral 

El diagnóstico de muerte cerebral es clínico, pero podría requerir algunos paraclínicos de apoyo. Entérese aquí.