Comunicar el diagnóstico de una infección o enfermedad aguda quizás es mucho más fácil que dar la noticia de una afección incurable o potencialmente grave. Sin embargo, existen habilidades que se pueden poner en práctica al momento de dar una noticia desesperanzadora o de notificar el tiempo de vida que le queda al paciente.

Los médicos de atención primaria se enfrentan diariamente a conversaciones difíciles con los pacientes y casi todos, incluso lo galenos más capacitados, luchamos por saber cuáles son las palabras más adecuadas y los momentos apropiados para dar malas noticias.1  Hay tres pasos principales para abordar este tipo de situaciones. El primer paso es configurar, evaluar y discutir el pronóstico. Esto consiste en que la primera parte de una conversación sobre una enfermedad grave implica establecer todo lo que se pueda obtener del paciente y/o la familia, como las metas, valores y prioridades. Para hacer esto, se puede establecer la conversación de una manera en que el paciente se sienta psicológicamente seguro, que tenga una comprensión de su enfermedad, y que haya claridad de las preferencias de la información que requiere y así compartir un pronóstico adaptado a estas preferencias.1El segundo paso es responder a la emoción del paciente. Esto consiste en utilizar el silencio y otras técnicas para responder a estas emociones que son inevitables y esperadas. El silencio es una forma poderosa de comunicación empática no verbal; ser capaz de sentarse, responder a las señales emocionales de los pacientes y exponer la voluntad de acompañarlos a través de experiencias difíciles.1El tercer paso, radica en explorar temas clave y hacer una recomendación. Esto implica obtener objetivos, valores y prioridades mediante una serie de preguntas abiertas, seguido de una recomendación centrada en los objetivos y esperanzas según el pronóstico y las opciones de tratamiento.  Es recomendable la continuidad en la atención médica desde las edades pediátricas, integrando las malas noticias en la gestión y cuidado general del niño, o joven, como parte de una comunicación más completa de lo que posiblemente está sucediendo y con la mayor apreciación de lo que están experimentando; de esta forma se fomenta el realismo y la esperanza.2Asimismo, el autor señala que para los pacientes pediátricos la interacción es más importante que la información y que los niños aprecian más la comodidad sensoriomotora, por tal razón, la forma en que el médico comparte las noticias puede tener un impacto directo sobre esta comodidad.(2)  Por otra parte, para lograr una comunicación humana y efectiva durante los encuentros, parece ser importante solucionar algunas limitantes que se presentan en la práctica clínica. En un estudio3 reciente, se abordó lo que a los padres les gustaría que supieran los médicos en relación a dar malas noticias. En la publicación se mencionaron las siguientes barreras: <ul><li>Falta de comunicación oportuna</li><li>No pedir la opinión de los padres</li><li>Los padres no se sienten preparados durante y después de la conversación</li><li>Falta de claridad sobre el tratamiento futuro</li><li>La incapacidad de los médicos para expresar sus dudas</li><li>No programar conversaciones de seguimiento</li><li>Presencia de muchos profesionales de la salud  o desconocidos</li><li>Preocupaciones de los padres sobre cómo deben comunicar las malas noticias a sus hijos</li><li>Mala comprensión de la terminología médica por parte de los padres.</li></ul>De igual forma, se pueden implementar protocolos para los casos de comunicación con pacientes que se encuentra en la etapa final de la vida. El más conocido es el EPICEE (entorno, percepción, invitación, comunicación, empatía, estrategia); no obstante, una investigación4 publicada en 2020 evaluó las preferencias de los pacientes para que les den malas noticias según el protocolo EPICEE y la escala MABBAN (Escala de malas noticias de Marburg) y se concluyó que los médicos deben mejorar el entorno, compartir conocimientos con toda claridad, involucrar a los pacientes en la planificación y considerar las variables demográficas, esto quiere decir, que el uso de EPICEE puede optimizar las conversaciones sobre noticias lamentables. Es importante enfatizar las preferencias del individuo y adaptar el proceso de comunicación durante el tratamiento.4Por último, se mencionan algunas preguntas como tarea reflexiva para responder interiormente y aplicar en la rutina diaria del galeno.2<ul><li>Dar noticias es un ejercicio de confianza ¿Por qué deberían creerle los pacientes?</li><li>Ejercicio de empatía ¿Aprecia lo que significa comunicar la mala noticia a los pacientes?</li><li>¿Qué le pide usted al paciente y usted que puede hacer?</li><li>Ejercicio de pericia ¿Qué sabe usted como médico y cómo la sabe?</li></ul>Comentario editorialComunicarse con un paciente que se encuentra en fase terminal o dar una mala noticia es un tema que sigue siendo complejo para el médico. No existe un proceso estándar que se pueda aplicar ni las palabras correctas o exactas para tal fin, sin embargo, existen habilidades que se pueden desarrollar o reforzar para sobrellevar estas circunstancias.

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