La fotografía es esencial en la práctica médica, sobre todo para las especialidades quirúrgicas. Los teléfonos inteligentes han mejorado la calidad de las imágenes y facilitan su toma y divulgación. Sin embargo, en los registros digitales quedan vinculados datos de identificación de las personas, y no es ético ni legal la libre distribución de esta información privada. En este artículo se hace un breve recuento del uso de fotos en la clínica y las estrategias para no incurrir en una mala práctica.
Las imágenes y fotos forman parte esencial de la práctica médica, y tienen particular relevancia en las especialidades visuales y quirúrgicas. Con ellas se lleva el registro de la evolución de una herida, se enseñan los pasos de una técnica, se compara el estado previo y actual de una persona sometida a intervención, se hacen consultas entre colegas y se publica contenido académico que aporta al conocimiento.1,2
Con la tecnología de los dispositivos inteligentes, hoy es posible tomar fotografías de alta calidad con el celular personal y manipularlas, almacenarlas y distribuirlas con relativa facilidad. Sin embargo, estos avances traen consigo problemas éticos y legales respecto a la privacidad y el consentimiento de la persona que es retratada.1,2
En una encuesta de 2014 realizada a cirujanos y residentes canadienses, el 89.1% respondió haber tomado fotografías de pacientes con su teléfono inteligente y el 57% declaró que tenía almacenado el contenido en el mismo dispositivo. Además, el 73% de los entrevistados manifestó que almacenaba las imágenes de las personas que atendía junto con las fotos personales y el 75% consideró que un permiso verbal era suficiente para tomar la instantánea.3
En otro estudio, llevado a cabo en 2021 con especialistas de un hospital de tercer nivel en Portugal, el 93% dijo usar la fotografía médica almacenada en el teléfono inteligente principalmente para solicitar una segunda opinión (70%), mostrar en reuniones académicas y conferencias (68%) y hacer publicaciones científicas (65%). El 84% de los encuestados utilizaba el teléfono personal y solo el 9% almacenaba el material fotográfico en un archivo aparte.4
El mismo trabajo indicó que los especialistas quirúrgicos eran los que menos solicitaban consentimiento informado por escrito (solo el 38% lo pedía).4
En Estados Unidos, en el Health Insurance Portability and Accountability Act (una ley sobre el traslado de usuarios en el sistema de aseguramiento en salud y la movilidad de registros y antecedentes médicos), existe un apartado que estipula cuáles son los datos de identificación que se deben retirar y desvincular de la imagen de un individuo. A continuación, se resumen los más importantes:
Además, la ley específica que deben evitarse fotos en las que aparezca la cara completa de una persona.
Para el caso colombiano, existe la autorización de derechos de imagen, en la cual el que toma la foto o quien aparece en ella da el consentimiento para su divulgación. De igual modo, las revistas científicas exigen esta autorización por escrito antes de someter a evaluación un artículo académico con imágenes de pacientes, y en caso de que sea una foto del rostro, no se considera suficiente la censura de los ojos.5
Para las imágenes tomadas con teléfonos inteligentes, no basta con eliminar los identificadores antes mencionados, puesto que el formato en el que se almacenan también guarda información vinculante, como geolocalización, fecha, hora y datos del teléfono de quien tomó la foto. Además, los medios de mensajería instantánea por donde se suelen divulgar las imágenes no están encriptados y con ellos se estaría violando la privacidad del paciente, aun si se tuviera la precaución de eliminar los identificadores.
Por tanto, se recomienda no usar ni transmitir información o fotos de pacientes por medio de estos programas de mensajería. Lo aconsejable es usar plataformas que permitan encriptar los mensajes, como los sistemas de historia clínica electrónica, y almacenarlos en un lugar protegido, diferente a aquel donde se guarda la infromación personal.
La fotografía es un material válido y permitido que aporta gran valor a la práctica clínica. Con los teléfonos inteligentes, este proceso se tornó más práctico y ganó en calidad, pero también hizo más fácil que ocurrieran violaciones a la privacidad de las personas. Existen múltiples estrategias para desvincular la información personal de una imagen, así como aplicaciones para una divulgación encriptada. Y sobre todo, no hay que olvidar que siempre, para respaldar todo el proceso, se debe contar con un consentimiento informado.
COMENTARIO EDITORIAL
La tecnología que permite tomar fotografías de calidad con los celulares está en constante desarrollo, al punto que a veces parece que estos dispositivos van a quedarse sin espacio físico, dado el número de lentes de cámara que se les van añadiendo. Es muy fácil sacar el celular, tomar una imagen y enviársela a un colega para preguntarle si ha visto algo parecido. Sin embargo, es difícil conocer el destino final de este tipo de fotos o saber si el paciente que aparece en ellas las encontrará rondando en internet.
La tecnología mejora algunos procesos, pero trae retos adicionales. Como médicos, debemos estar a la vanguardia en lo que concierne a proteger la integridad y privacidad de las personas que nos confían su salud.
Comparta su opinión al respecto y si le interesaría leer un artículo sobre la contraparte de este tema, es decir, sobre si está permitido que los pacientes les tomen fotografías a sus médicos.
Codigo: NR-CG-2-2388
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