Según el British Medical Journal, los alimentos ultraprocesados se asocian a un mayor riesgo de diabetes mellitus tipo 2, enfermedades cardíacas, apoplejía, depresión y muerte. Los autores indicaron que la población en general no comprende completamente el daño de estos productos y sugirieron que tal vez, no conozcan las acciones urgentes que podrían tomarse para prevenir las consecuencias.  Los gobiernos en conjunto con el apoyo de las comunidades de salud pública mundial deben implementar con urgencia estrategias efectivas, que conduzcan a una disminución del consumo de estos.

Es importante que los consumidores tengan la oportunidad de ver los alimentos ultraprocesados por lo que son: alimentos no reales, que contienen nutrientes, pero no nutrición real; comercializados de manera generalizada por compañías internacionales que ofrecen opciones que no son opciones reales.  A pesar de la sólida evidencia que vincula los alimentos ultraprocesados con graves consecuencias para la salud, una investigación1 reciente y publicada en British Medical Journal indicó que el público no comprende completamente este grupo de productos y sugirió que tal vez, no conozcan las acciones urgentes que podrían tomarse para prevenir los terribles daños. En pocas palabras, los alimentos ultraprocesados son aquellos que no se pueden preparar en la cocina del hogar porque se han transformado químicamente o físicamente mediante procesos industriales. Son reconocibles en los estantes de los supermercados como envasados que están listos para comer, contienen más de 5 ingredientes y tienen una vida útil prolongada.  El procesamiento industrial, así como el cóctel de aditivos, sabores, emulsionantes y colorantes que contienen para dar sabor y textura, hacen que el producto final sea hiperpalatable o más atractivo y potencialmente adictivo, lo que a su vez conduce a patrones dietéticos deficiente. Estos productos exponen a miles de millones de personas a un mayor riesgo de diabetes mellitus tipo 2, enfermedades cardíacas, apoplejía, depresión y muerte. En todo el mundo, los paladares (y los cerebros) han sido entrenados para desear estos productos, al tiempo que la industria alimentaria invierte muchos millones en formularlos y comercializarlos para que sean altamente deseables. Si bien el término” alimentos ultraprocesados” ha ganado mucha atención en la comunidad académica y nutricional durante los últimos 10 años, muchos defensores han comenzado a describirlos como “productos”, para indicar que no son alimentos reales sino formulaciones de sustancias alimenticias. <h3>¿Qué saben los consumidores sobre estos productos? </h3>La misma investigación1 señaló que las encuestas y los grupos focales cualitativos en Colombia y Brasil permitieron obtener información sobre las percepciones del público sobre los alimentos ultraprocesados. Se encontró evidencia de que, si bien las personas no están familiarizadas con el término “productos ultraprocesados”, reconocen este grupo como dañino; y además, también están asociados con emociones positivas, que podrían ser el resultado de décadas de marketing persuasivo por parte de la industria alimentaria. Por ejemplo, un número considerable de personas asocia los productos con satisfacer los antojos, ser deliciosos y brindar alegría. Las personas los relacionan con la familia, las reuniones sociales, los niños, la comodidad e incluso el desayuno y la actividad física. Para que los esfuerzos de salud pública tengan éxito en la reducción de daños, es fundamental implementar el término "productos ultraprocesados", y que la necesidad de su regulación, se comprenda de forma clara y coherente. Así como los especialistas en marketing construyen una marca, la comunidad de salud pública necesita construir un significado alrededor del término “ultraprocesado”.  Si bien se ha visto que las empresas de alimentos, alcohol y tabaco construyen imágenes de marca positivas en torno a sus productos dañinos, la comunidad de salud pública ha sido notoriamente negligente con los mensajes y la marca de salud pública. “Enfermedades no transmisibles” es un ejemplo, un término técnico y torpe que define una categoría importante de enfermedades —cáncer, cardiopatías, diabetes y más— por lo que no son tan conocidas fuera de los círculos de salud pública. Para evitar la devastación del sistema alimentario y de salud, los gobiernos con el apoyo de la comunidad de salud pública mundial deben implementar con urgencia estrategias efectivas que conduzcan a una disminución del consumo de estos productos no saludables y permitan opciones más sanas. Una de esas estrategias sería establecer la imagen de los productos que vienen en empaquetados con brillo, comercializados de manera atractiva, listos para comer, convenientes y sabrosos, como vector de la obesidad y factor de riesgo de enfermedades graves junto con el tabaco, el alcohol y otros productos nocivos para la salud. Otro enfoque consiste en advertir a los consumidores sobre el propio envase. Varios países han introducido o han propuesto etiquetas de advertencia en la parte frontal del paquete sobre alimentos no saludables.  Dichas etiquetas mejorarían el conocimiento existente de los consumidores sobre los nutrientes individuales dañinos a una comprensión más amplia de la insalubridad, basada en el nivel de procesamiento de los alimentos. Por ejemplo, una etiqueta en el frente de una caja de galletas, un paquete de cereal o una bolsa de patatas fritas que indique “Advertencia” (ver figura 1). <figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1641559192/Figura_Ultraprocesados_alimentos_que_no_son_alimentos_e2b3aa8966.webp" /></figure> Para aquellos países que ya han adoptado esta estrategia y para aquellos que ven el enorme potencial de salud pública de las etiquetas de advertencia de nutrientes, los autores de la investigación proponen aprovechar los éxitos y considerar incorporar campañas de ultraprocesamiento y educación pública sólidas en actualizaciones futuras, como un reconocimiento de la fortaleza actual y la creciente amplitud de la evidencia.

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