Se estima que 17 personas mueren cada día esperando un trasplante de órganos, y que cada 9 minutos alguien se suma a la lista de espera de trasplantes (1). Incluso con estas cifras, hay un aspecto del proceso que no suele tomarse en cuenta: las emociones detrás de los trasplantes para receptores, donantes y profesionales de la salud involucrados en el proceso.Considerando que el trasplante de órganos es una alternativa terapéutica para todos aquellos pacientes que presentan problemas graves en el funcionamiento de un órgano vital (2), no se piensa frecuentemente en los problemas psicológicos y personales antes, durante y luego del procedimiento para su calidad de vida. ¿Influye el “antes” en el trasplante?El proceso de trasplantes inicia con la inscripción al programa de trasplantes y consecuentemente, un período de espera considerable hasta la aparición de un donante adecuado específico para cada candidato. Ese tiempo de espera puede ser tranquilo, o bastante dramático. Incluso puede representar un largo período de empeoramiento de la enfermedad que merma aún más la independencia del receptor en animación suspendida (3).Un hallazgo interesante es que mientras más radicales sean los extremos en cuanto a expectativas de los pacientes de mejoras en su calidad de vida antes del trasplante (alto optimismo, versus emociones negativas y falta de motivación), mayor es la probabilidad de que estos desarrollen trastornos depresivos en el período posterior al procedimiento.Por otro lado, algunos estudios clínicos apuntan a que hay una relación directamente proporcional entre mayor duración de la enfermedad antes del trasplante, y mayor riesgo de padecer trastornos psicológicos después de este. No deja de ser un reto emocional también para el equipo social, clínico y quirúrgico que se encarga de la preparación pre-implante, pues se enfrentan con la carga de todas las partes involucradas: tanto los familiares que acaban de perder un ser querido -en el caso de órganos de cadáveres-, como con los sentimientos encontrados de aquellos vivos que sienten que les “quitan” una parte de su cuerpo para dársela a otra persona. Repercusiones psicológicas en pacientes trasplantados<ul><li>Los trastornos sexuales suelen aparecer en el 30% de los trasplantados y pueden ser bien sea físicos (por la propia enfermedad o medicación) o psicológicos (temor a dañar el órgano trasplantado o sensación de ser menos atractivos)</li><li>La depresión oscila entre el 10 al 58% de pacientes en el período postrasplante, y puede representar un riesgo para conductas suicidas y de no adherencia al tratamiento médico de mantenimiento. </li><li>Hay ansiedad en un 3 al 33% de pacientes en los primeros años después del trasplante, sobre todo instalándose al momento del alta hospitalaria por la súbita pérdida de soporte y atención médica constante recibidos en el hospital. </li><li>Fantasías que alteran la calidad de vida en el receptor sobre el donante, cómo en el caso de proceder de un fallecido, acarrear sentimientos de culpa por creer que la otra persona ha muerto para que él pueda vivir. </li><li>En 1979 fue acuñado un término denominado como “síndrome de Frankenstein”, por la interpretación del órgano en el receptor como un cuerpo extraño que le incorpora rasgos del donante después de la intervención. El primer caso reportado con esta repercusión fue en un hombre que recibió un trasplante hepático de una mujer, y afirmó sentir características femeninas en el postoperatorio.</li><li>La insatisfacción con la imagen corporal se presenta en un alto porcentaje de los trasplantados, especialmente por obesidad relacionada a la terapia inmunosupresora con esteroides que muchos deben consumir de por vida, la imposibilidad de retomar actividades físicas a mediano plazo, y la cicatriz inevitable (4). </li></ul>Órgano y emoción, inseparablesLos trasplantes de órganos, a pesar de que salvan vidas, ya no pueden considerarse un evento aislado sino un proceso permanente. Después de todo, no se trata solamente de las características vitales que se mejoran con el procedimiento, sino también con la calidad integral de esa vida que continúa. Se ha comprobado que un adecuado acompañamiento pre, peri y post trasplante en el área emocional, tanto del entorno familiar como del equipo tratante, se relaciona con mejores resultados de aceptación del órgano y adherencia terapéutica. Indirectamente, los sentimientos positivos y negativos están asociados con todo el proceso de trasplante, y es momento de incluirlos entre las variables tanto para la preparación, como para el seguimiento de pacientes que ya han recorrido, de por sí, un arduo camino (5). También le puede interesar: <a href="https://www.docred.com/articulos/ar-sindrome-asperger-controversias-diagnostico-medico" target="_self">Síndrome de Asperger, y las controversias sobre su diagnóstico médico</a>

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El lado oscuro de ser trasplantado: Cuando lo ajeno salva tu vida

Este artículo médico explora el lado emocional y las repercusiones psicológicas de los trasplantes sobre los pacientes receptores.