La imagen que nos encontramos constantemente representando a los adultos mayores es la de un anciano con bastón, pelo blanco, que necesita ayuda para cruzar la calle. Pero la realidad va mucho más allá, y está llena de contrastes: adultos mayores activos, en contextos clínicos y sociales diversos, así como otros que parecen “envejecer” a un ritmo más acelerado… ¿Es la edad biológica de verdad sólo un número, que no necesariamente coincide con la edad cronológica?

Con fines clínicos, el envejecimiento ya no puede ser tratado como un interruptor que se enciende a los 60 años. Se ha determinado que el ritmo del envejecimiento varía incluso entre distintas personas con la misma edad biológica, y que viene determinado por cúmulos de antecedentes individuales y orgánicos que se forman -y por tanto, pueden predecirse- desde principios a mediados de la vida.El ritmo de envejecimiento varía ampliamente entre adultos de la misma edad. Una pre-impresión del estudio clínico longitudinal de cohorte (representativo de la población) llamado Dunedin midió la progresión de la edad biológica en 1.037 individuos nacidos entre 1.972 a 1.973. A los 26, 32, 38 y 45 años se recolectaron 19 biomarcadores en estas personas para evaluar función cardiovascular, metabólica, renal, hepática, dental, mental y pulmonar; y como la progresión de estos marcadores puede servir como predictor de fragilidad incluso en la mediana edad. <figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1617634539/DOCRED_Plataforma_Grafica_Fragilidad_01_6c08935383.webp" /><figcaption>Figura 1: Diseño de estudio DUNEDIN. </figcaption></figure>Los investigadores de la Universidad de Duke publicaron sus hallazgos en la revista Nature Aging (1), entre los que destacan que para los 45 años de edad ya se evidencian diferencias en el ritmo al que envejecen y se deterioran las funciones corporales y cognitivas en grupos de personas de la misma edad. En las personas que envejecen más rápido, las funciones sensoriales y motoras se deterioran antes, con signos de la edad en cerebro y cuerpo evidenciables ya para los 45 años, e incluso percepciones negativas y pesimismo acerca del envejecimiento instaladas en la mediana edad. Entre los individuos que envejecen a un ritmo más lento, estos se veían más jóvenes, conservaban mayor agudeza mental, y tenían buena salud cardiovascular en general para su 45 cumpleaños. Esto en contraste con aquellos que se deterioran más rápido, que ya para esta edad tenían un riesgo significativo de desarrollar fragilidades y barreras a su independencia física y financiera. La gran pregunta es si estas variables podrían ser cuantificables y prevenibles para este momento. Por un tiempo, la gerociencia ha venido repensando la vejez. Esta disciplina busca -más allá de tratar comorbilidades ya instaladas- evaluar si enlentecer o tratar de paliar el ritmo del envejecimiento tiene mayores beneficios para la sociedad en general, que mermar los efectos naturales de la edad sobre el organismo cuando es más difícil modificarlos. Las políticas que se encargan de manejar seguros, pensiones y consideraciones especiales a los adultos mayores podrían dar pie con estos hallazgos a entender que no todos envejecen al mismo ritmo. Mientras que hay personas de la tercera edad que siguen siendo parte de la sociedad productiva, otros ya para sus 45 años tienen signos predictores de morbimortalidad que vale la pena tomar en cuenta tanto para leyes existentes en salud, como para el desarrollo de tecnologías anti-envejecimiento. Preservar la calidad de vida de los pacientes de edad avanzada va mucho más allá de formular tratamientos para patologías de base que disminuyan morbimortalidad. Esto debe incluir también criterios de elegibilidad detectables en fases tempranas de la vida que logren un impacto significativo que cambie literalmente, su ciclo vital. Más allá de repensar la edad biológica, es hora de redefinir lo que hoy conocemos como juventud.

Interés general

Docred

Fragilidad en adultos mayores, ¿es la edad de verdad sólo un número?

La preimpresión del estudio clínico DUNEDIN propone que los adultos envejecen a ritmos diferentes y predecibles para los 45 años de edad. 