En el estado del arte de la cirugía articular, la atención suele centrarse en la rehabilitación posoperatoria de la articulación. Sin embargo, en los últimos años se ha publicado evidencia a favor de la terapia física preoperatoria (o “prehabilitación”). Hasta el momento se conocen sus efectos sobre la rehabilitación articular, el manejo del dolor, la reincorporación temprana a las actividades de la vida diaria, e incluso el impacto sobre la dimensión psicosocial. Aunque hacen falta ensayos clínicos controlados, la evidencia actual es un buen punto de partida.

Uno de los principales retos de la cirugía articular es la rehabilitación física tras la intervención, sobre todo en el caso de la artroplastia total de cadera (ATC) y la artroplastia total de rodilla (ATR). 1 Se cree que el acondicionamiento físico en general es atractivo pues todo progreso preoperatorio en las capacidades funcionales y la condición física suele llevar a los pacientes a experimentar mejores resultados y reducir los riesgos de lesiones adicionales después de cirugía.1 El entrenamiento de resistencia progresiva (ERP) preoperatorio es seguro y rara vez empeora el dolor y el derrame articular. Sin embargo, la calidad metodológica de la evidencia hace que no sea concluyente su efectividad antes y/o después de la ATR, con un riesgo de sesgo de moderado a alto para la mayoría de los estudios.1,2 La rehabilitación antes de una ATR puede aumentar la fuerza y reducir la duración de la estancia hospitalaria.2 Los resultados en cuanto a dolor, rango de movimiento y actividades de la vida diaria son comparables entre el grupo que la recibe y el que no.2 La ATR puede corregir las deformidades de la rodilla, aliviar el dolor y mejorar la función. Sin embargo, la literatura indica que es la rehabilitación física preoperatoria y posoperatoria lo que afecta directamente el resultado de la cirugía y su recuperación.3 Algunos informes demuestran que el entrenamiento de fuerza de alta intensidad a corto plazo (4 semanas) antes de la ATR tiene efectos duraderos sobre la fuerza muscular, pero no necesariamente sobre el rendimiento funcional u otros aspectos reportados por el paciente.1 Para estos resultados evaluados, es insuficiente o escasa la evidencia que haga una comparación entre administrar o no la “prehabilitación” antes de una ATC.2 La literatura actual señala que después de una ATR hasta un 30% de los pacientes presenta diversos grados de dolor y la función de la articulación no se recupera del todo.3 Se han realizado varias revisiones bibliográficas sobre los efectos del entrenamiento preoperatorio en la función articular de la rodilla, pero la mayoría de ellos son de 6 a 8 semanas o incluso de tres meses antes de la cirugía.3 Un estudio realizado en 2022 en el Reino Unido muestra los hallazgos exploratorios de las respuestas ipsilaterales al ejercicio neuromuscular prehabilitativo agudo (APNEC, por sus siglas en inglés), con el fin de caracterizar su eficacia en pacientes en espera de ATR. Los hallazgos muestran una ganancia importante en las características de activación del músculo extensor de la rodilla ipsilateral.1 Se evidenció, además, que la preservación de las características máximas de activación muscular y la fuerza adquirida después de suspender el APNEC fueron sustanciales y significativamente mejores que los valores de referencia (p &lt;0,05).1 Este ejercicio favorece los mecanismos neuronales en lugar de la adaptación morfológica y existe la posibilidad de que las acciones musculares excéntricas y característicamente breves del APNEC provoquen cambios favorables en los patrones de activación neuronal, con mayores tasas de activación de las unidades motoras.1 El plan de entrenamiento preoperatorio también tiene un efecto en la mejora de la fuerza del cuádriceps, lo que ayuda a promover la recuperación funcional posoperatoria y aliviar el dolor.3 Los resultados de un estudio realizado en China muestran que este entrenamiento puede mejorar la capacidad de los pacientes de levantarse de la cama y de realizar ejercicios autónomos, así como reducir el dolor posoperatorio y aumentar la satisfacción clínica de los pacientes.3 No hay pruebas suficientes sobre qué pacientes pueden beneficiarse de la prehabilitación,2 pero sí sobre su eficacia para mejorar el rendimiento de fuerza, con algunos protocolos de duración relativamente corta (4 semanas).1 El estudio realizado en China demostró los resultados de un proceso de rehabilitación para los pacientes que iban a ser sometidos a una ATR, incluso tres días antes de la cirugía.3 Se necesita investigación de alta calidad, con terminología estandarizada y con resultados que también puedan unificarse o extrapolarse.2 Los futuros ensayos clínicos aleatorizados deben explorar modelos óptimos y el efecto dosis-respuesta de administrar la rehabilitación preoperatoria al paciente que va a ser sometido a ATR y, en una menor proporción, también a ATC.1 Comentario editorial La artroplastia es el principal tratamiento de diversas enfermedades articulares, especialmente de la rodilla. Existen varias situaciones asociadas al diagnóstico y al procedimiento (prolongar el tiempo en que la función articular puede ser recuperada, limitar las actividades de los pacientes, causar emociones como ansiedad, depresión y miedo, y reducir la adherencia de los pacientes a la rehabilitación postoperatoria). La rehabilitación preoperatoria es un régimen centrado en el ejercicio físico que mejora la función, optimiza las reservas fisiológicas de los pacientes y los adapta para resistir el estrés quirúrgico, de modo que su estado funcional posoperatorio pueda adaptarse más rápido a la vida diaria. Según su experiencia, ¿qué otros beneficios podrían tener la terapia física preoperatoria?

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