La infección generada por el virus SARS-CoV-2 genera un desorden respiratorio severo con un 3% de mortalidad global. Debido a la ausencia de tratamientos efectivos, controlar los factores de riesgo que predisponen a los pacientes a presentar un cuadro severo de enfermedad, es esencial para reducir la mortalidad por COVID-19. Estudios observacionales sugieren que el ejercicio puede reducir el riesgo de mortalidad por enfermedades respiratorias.Un estudio del 2021, publicado en Journal of Infectious Diseases and Therapy por Salgado-Aranda R et al., tuvo por objetivo establecer la influencia de los niveles de actividad física basal (BPAL, por sus siglas en inglés) en la mortalidad por COVID-19. Este estudio retrospectivo de cohorte incluyó 520 pacientes entre los 18 y 70 años, diagnosticados con COVID-19 y hospitalizados entre febrero y abril del 2020. El BPAL se estimó mediante el cuestionario de evaluación rápida de actividad física (RAPA) de la Universidad de Washington, y esto permitió que los pacientes fueran divididos en el grupo 1 (pacientes sedentarios) y grupo 2 (pacientes activos).De todos los pacientes incluidos en el estudio, 297 se categorizaron en el grupo 1 y 223 en el grupo 2. El grupo 1 presentó una mediana de edad significativamente más alta que la del grupo 2 (56 frente 53 años, p=0.007). En cuanto a factores de riesgo cardiovasculares, el único factor presente con mayor frecuencia en el grupo 1 fue la hipertensión (36% frente a 24.7 en el grupo 2, p=0.006). Sin embargo, otras comorbilidades sí presentaron diferencias significativas entre los grupos: daños en la función renal, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, patologías cerebrovasculares, enfermedad hepática, y estados de dependencia física, fueron comorbilidades con una mayor frecuencia en el grupo 1.Por otro lado, los pacientes del grupo 1 presentaron peores resultados durante la admisión hospitalaria, debido a mayor frecuencia de síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS), fallo respiratorio y fallo renal, en comparación al grupo 2. Esto generó estancias hospitalarias más prolongadas.En cuanto a las diferencias en el tratamiento durante la hospitalización, los pacientes del grupo 1 recibieron corticoesteroides de manera más frecuente, sin embargo, no hubo diferencias en el uso de hidroxicloroquina, interferón-beta1, tocilizumab o anticoagulantes, entre los grupos. Tampoco se encontraron diferencias entre el uso de equipos de soporte respiratorio o en la admisión a la unidad de cuidados intensivos.A pesar de recibir tratamientos similares, los pacientes del grupo 1 presentaron una mortalidad más alta en comparación al grupo 2 (13.8% versus 1.8% en el grupo 1 y 2 respectivamente, p&lt;0.001).<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1619649179/DOCRED_Plataforma_Sedentario_01_2bacaebb55.webp" /></figure>En cuanto al análisis de factores externos que pudiesen haber sesgado los resultados, se demostró que el estilo de vida sedentario, el hábito de fumar, la edad y la enfermedad renal son predictores independientes de la mortalidad de pacientes con COVID-19.<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1619650120/DOCRED_Plataforma_Sedentario_02_1c2a71f12e.webp" /></figure>Estudios previos han demostrado que hacer ejercicio puede generar una disminución en la ventilación basal por minuto, y lograr un mayor consumo de oxígeno en menos tiempo. Esto puede resultar en una mayor resistencia a desarrollar una hipoxemia, como se observó en el grupo 2.Otro resultado importante en ensayos clínicos aleatorizados es que aquellas personas que hacen ejercicio de manera moderada tienden a presentar una menor incidencia y duración de infecciones del tracto respiratorio superior.Finalmente, se sabe que la actividad física mejora la inmunidad innata y la liberación de mioquinas musculares, y estimula la producción de interferón-1a e interferón-10, lo cual mejora la regulación de la respuesta inflamatoria del individuo.En conclusión, el estudio demostró que:· A pesar de presentar síntomas similares al momento de admisión, los pacientes sedentarios presentaron peores resultados en comparación a los pacientes clasificados como activos.· La mortalidad fue mayor en los pacientes sedentarios· El estilo de vida sedentario es un predictor independiente a la edad, el ser fumador, o la enfermedad renal, de la mortalidad por COVID-19.Comentario editorial: El estudio demuestra que la actividad física es una práctica preventiva contra el desarrollo de un cuadro severo de infección por el virus SARS-CoV-2. Otra ventaja más de tener un estilo de vida saludable.

Interés general

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Estilo de vida sedentario aumenta la mortalidad por COVID-19

Un estudio reciente publicado en Journal of Infectious Diseases and Therapy demuestra la relación entre sedentarismo y formas más severas de COVID-19.