La mayor parte de los problemas más grandes a nivel mundial –como acceso desigual a servicios de salud, inequidad económica, descontento político- ya existían mucho antes de la pandemia de COVID-19. Sin embargo y como un evento sin precedentes para esta generación, la pandemia exacerbó y sacó a la luz muchos matices desconocidos de la humanidad.  A pesar de ser una excelente cualidad, la <a href="https://www.docred.com/noticias/ne-pandemia-covid-19-eleva-niveles-estres-disminuye-resiliencia" target="_self">resiliencia </a>no incluye cambiar en su definición, sino resistir. Más allá de sobrevivir este desastre, ¿será posible crecer a través de la adversidad, y salir como una mejor sociedad? Un artículo médico profundiza en la posibilidad de moldear una nueva normalidad según lo aprendido en pandemia (1). Ayudar al otro, o salvarme yo: El dilema inexistente A pesar de ser lo socialmente aceptable, los medios y creencias suelen mostrar que la empatía no es inherente a todas las personas, ni a todas las culturas. Aun cuando algunos desastres naturales, ataques terroristas, desplazamientos poblacionales y caos políticos afectan grandes grupos de personas –incluso, países enteros-, ciertos eventos extremos sólo parecen sacar a relucir el peor lado de la sociedad en el aspecto prosocial, con saqueos, discriminación, crímenes de odio, entre otros.  Sin embargo, estamos ante el mayor evento de empatía mundial de la historia: la aceptación y cumplimiento del aislamiento social, y el uso de mascarillas. Un estudio clínico encontró que es más probable que las personas usen el tapabocas si saben que es para proteger a otros, más que para protegerse ellos mismos (2). Aunque no debería sorprender este nivel de cooperación mundial, lo cierto es que ha sentado las bases para una posible mejor normalidad.  Todos tenemos algún familiar, amigo, o conocido que ha sido afectado por la COVID-19, bien sea por la enfermedad o por las medidas económicas y sociales que han surgido como consecuencia. Como médicos, nos enfrentamos a diario al sufrimiento, impacto e incertidumbre que el virus conlleva. Cuando ocurren desastres compartidos como estos, es cuando como personas podemos identificarnos con la dificultad, y sacar compasión del dolor universal.  La evidencia muestra que luego de catástrofes en común, la gente suele unirse, encontrar formas de ayudar si saben que sus actos tienen un impacto positivo sobre extraños, y acentuar sus valores y principios. El psicólogo de Stanford Jamil Zaki creó una teoría llamada “la compasión de la catástrofe” para explicar cómo en tiempos difíciles, las personas tienden a volverse menos egoístas y más altruistas.  Aprendizajes para una mejor normalidad Las madres que ahora tienen que ayudar a sus hijos con deberes escolares entienden más que nunca a las maestras; las comunidades prefieren comprar en negocios locales para ayudarlos a mantenerse en pie; vecinos ayudan a inmunocomprometidos y mayores a realizar compras de primera necesidad sin exponerse... Ponernos en los zapatos del otro se ha hecho más fácil con un evento como éste. Pero, ¿podremos en la calma, recordar lo que aprendimos en la tormenta? A medida que avanza la aplicación de vacunas a nivel mundial y se reabren algunos negocios, todos soñamos con el día en que se termine la pesadilla pandémica. Aunque no se ha alcanzado ese punto en ninguna parte del globo, una forma de honrar la tragedia mundial es promover y aceptar que las conductas prosociales no sean un recuerdo, sino más bien las esperadas en todo momento de nuestra parte, y de parte de otros.  Durante los inicios de la pandemia, a los médicos se les aplaudió como a héroes. Parte de la nueva y empática normalidad debería incluir promover políticas de bonificación, reconocimiento y protección no sólo del personal de salud, sino de todos los trabajadores esenciales que han mantenido la sociedad en pie en momentos convulsos.  La empatía y solidaridad que nos ha hecho cambiar de perspectiva sobre los más afectados en la era COVID-19 y el reconocimiento de la salud como el pilar sin el cual ningún otro aspecto de la humanidad puede funcionar, merecen traducirse en acciones de gratitud: acceso más compasivo y justo a los sistemas de salud, una medicina -incluyendo, las instituciones que la prestan y enseñan- más humana, y previsión de soporte y planes de estabilización a las personas, más que a los organismos vivos. También le podría interesar:   <a href="https://www.docred.com/articulos/ar-suicidio-medicos-venciendo-cultura-silencio" target="_self">Suicidio en médicos: Venciendo la cultura del silencio</a>

Interés general

Docred

¿Es posible, más que nueva, una “mejor normalidad” postpandemia?

La medicina basada en evidencia muestra si será posible crecer a través de la adversidad, y salir como una mejor sociedad después de la pandemia de COVID-19.