La dieta mediterránea se recomienda como estrategia de prevención y tratamiento de la resistencia a la insulina (RI) y otras condiciones asociadas, como la diabetes mellitus tipo 2 (DM2), por su bajo aporte calórico y alto contenido de nutrientes. Sus componentes ricos en ácidos grasos insaturados, flavonoides y polifenoles aumentan la sensibilidad a la insulina, y disminuyen la inflamación sistémica y el estrés oxidativo. Además, regulan la dislipidemia, la ateroesclerosis y la tensión arterial, lo que disminuye el riesgo cardiovascular.

La RI es una condición de desregulación metabólica que genera una respuesta atenuada a la insulina en los tejidos periféricos y conduce a hiperinsulinemia.1 Su prevalencia es del 25-35% en la población occidental.1 Los cambios en el estilo de vida con dietas de bajo aporte calórico y actividad física facilitan la sensibilización a la insulina, y reducen los marcadores inflamatorios y el peso corporal.1Estudios señalan que la dieta mediterránea es una estrategia costo-efectiva para la prevención y el tratamiento de la obesidad y enfermedades identificadas como factores de riesgo para enfermedad cardiovascular (ECV) (DM2, hígado graso no alcohólico [HGNA], hipertensión, dislipidemia, enfermedad renal crónica), así como de síndrome de ovario poliquístico (SOP), deterioro cognitivo (DC) y cáncer (figura 1).1,2<h3>¿En qué consiste la dieta mediterránea?1-3</h3>Se caracteriza por el consumo de productos locales y de temporada en un ambiente social acompañado de actividad física regular. Consiste en un consumo…<ul><li>diario y abundante de verduras, legumbres, pan integral mínimamente procesado, otros cereales y agua;</li><li>diario de frutos secos, semillas y fruta fresca (como postre típico diario);</li><li>diario de aceite de oliva extra virgen (AOEV) prensado en frío, nueces y semillas (como principal fuente de grasa);</li><li>moderado de productos lácteos (queso local y yogur), pescado, aves, huevos y vino con las comidas;</li><li>bajo de carne roja (aproximadamente una vez a la semana).</li></ul><h3>Componentes de la dieta mediterránea para condiciones relacionadas con la RI</h3><h4>Ácidos grasos insaturados para tratar la DM21</h4>El tejido adiposo disfuncional en la obesidad activa la cascada inflamatoria, lo que conduce a RI y predispone a DM2. La dieta mediterránea previene y trata la DM2, con lo cual disminuye el consumo de medicamentos. Reduce la mortalidad general y tiene un efecto antihipertensivo que disminuye la mortalidad por ECV. En pacientes con riesgo de desarrollar DM2, la disminución llega a 83%.3Estudios evidenciaron que los efectos en la glucosa, los lípidos y el riesgo cardiovascular se mantienen en el tiempo y son independientes para el cambio en el peso corporal, a diferencia de otras intervenciones alimentarias. Asimismo, los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados del AOEV, las nueces y las semillas disminuyen los niveles de glicemia en ayunas, hemoglobina glicosilada e insulina.La quercetina de las bayas (la base para la formación de otros flavonoides) reduce el consumo de oxígeno en las mitocondrias. Tanto el AOEV como la quercetina incrementan la secreción pancreática de insulina y la captación de glucosa en el músculo esquelético, lo que disminuye la hiperglicemia posprandial e incrementa la saciedad. <h4>Los flavonoides para prevenir la DM21</h4>Los flavonoides son un tipo de polifenoles presentes en los vegetales, las frutas, las nueces, la cocoa, el té y el vino. Investigaciones evidenciaron una reducción del 11% en el riesgo de DM2 con un consumo diario de flavonoides de 33.2 a 1452.3 mg y del 5% por cada incremento diario de 300 mg.<h4>Polifenoles del AOEV en el hígado graso, la hipertensión y la dislipidemia1</h4>El HGNA es frecuente en personas con obesidad y RI. Puede progresar a esteatosis, cirrosis y cáncer, y aumentar el riesgo de ECV. Su prevalencia es del 25% en la población general y hasta del 50% en DM2.La primera línea de tratamiento es el cambio en la alimentación para disminuir el peso corporal y la grasa hepática, a fin de mejorar la actividad de las aminotransferasas. Estudios demostraron la superioridad de esta dieta en la sensibilización a la insulina y la disminución de la esteatosis, la fibrosis y los marcadores inflamatorios, gracias a la oleaceina (polifenol del AOEV). El ensayo clínico PREDIMED evidenció que la dieta mediterránea enriquecida con AOEV y nueces puede reducir la tensión arterial (TA) diastólica hasta 0.7 mm Hg. Otros estudios reportan una disminución hasta de 4.7 mm Hg de la TA sistólica y mejoría de la composición corporal. Asimismo, esta dieta ejerce un efecto cardioprotector, al igual que los medicamentos antidiabéticos, por el incremento en la producción de óxido nítrico (potente vasodilatador). Las intervenciones alimentarias para disminuir la RI impactan en la <a href="https://www.docred.com/holistico/co-dislipidemia" target="_self">dislipidemia</a> y se recomiendan para prevención primaria de la ECV. Con esta dieta se identificó una mejoría en el perfil lipídico por una mayor resistencia a la oxidación, y por mayor tamaño y menor toxicidad del colesterol asociado a las lipoproteínas de baja densidad (cLDL). Además, el consumo de AOEV se asoció con un incremento del colesterol asociado a las lipoproteínas de alta densidad (cHDL).<h4>Dieta mediterránea para tratar la enfermedad renal crónica (ERC)1</h4>Las anormalidades glucometabólicas e inflamatorias presentes en la ERC y la ECV relacionadas con la IR promueven el daño renal por mecanismos hemodinámicos (hiperactividad del sistema nervioso simpático, incremento de la retención de sodio, hiperfiltración glomerular e incremento de la permeabilidad vascular). Se recomienda la dieta mediterránea para la ERC pues brinda un aporte limitado de proteína (~0.8 mg/kg/día). También se traduce en un bajo aporte de sodio, fósforo y potasio por el consumo limitado de carnes rojas, lácteos y ultraprocesados, y en un alto aporte de fibra, que disminuye los niveles de proteína C reactiva. Se encontró que un incremento diario de 10 g de fibra dietaria reduce 17% el riesgo de mortalidad en pacientes con ERC. <h4>Efecto de la dieta mediterránea en otras condiciones1 </h4>Se conoce que la RI y la DM2 incrementan el riesgo de cáncer de seno, endometrio y ovario. El estudio PREDIMED evidenció que la tasa de incidencia (por cada 1000 años/persona) para cáncer de seno fue de 1.1 en mujeres que adoptaron una dieta mediterránea enriquecida con AOEV, de 1.8 cuando la dieta se enriqueció con nueces y de 2.9 en controles.El SOP es el desorden endocrino más frecuente en mujeres en edad reproductiva y la principal causa de infertilidad. La obesidad, la RI y la hiperinsulinemia son características de esta condición. Esta dieta demostró mejoría en la regularidad de los ciclos menstruales gracias al resveratrol (un polifenol presente en las uvas, el vino tinto y algunas bayas) que disminuye el hiperandrogenismo. Finalmente, los pacientes con obesidad y DM2 pueden presentar atrofia de la sustancia gris frontal y mayor predisposición a enfermedad cerebrovascular con riesgo de DC. Estudios demostraron una asociación entre la dieta mediterránea y mayores volúmenes cerebrales, conectividad neuronal y menores lesiones en la sustancia blanca.<figure class="image"><img src="https://res.cloudinary.com/docred/image/upload/t_optimization/v1694624436/Figura_1_Efectos_de_la_dieta_mediterranea_en_la_resistencia_a_la_insulina_y_en_sus_condiciones_asociadas_df13b6239d.webp" /></figure><h3>Conclusión </h3>La dieta mediterránea es una estrategia de prevención y tratamiento de la resistencia a la insulina y sus condiciones relacionadas, por su capacidad de regulación metabólica y su efecto antioxidante y antiinflamatorio.1-3 Impacta en la homeostasis glicémica y hormonal y previene la carcinogénesis.1 Además, regula la ateroesclerosis y la tensión arterial, lo que da lugar a un efecto cardioprotector.1Comentario editorial Las intervenciones en el estilo de vida corresponden a la primera línea de tratamiento de la resistencia a la insulina y sus condiciones asociadas. El bajo aporte calórico, la riqueza de nutrientes, la actividad física y retomar el aspecto social de la alimentación son algunos de los pilares que hacen de esta dieta una opción cada vez más llamativa. Estudios demuestran que es posible realizar adaptaciones geográficas de la dieta mediterránea, dando prioridad a la proporción en el consumo de cada grupo alimentario y el aceite de oliva extra virgen. <figure class="poll" data-id="792">{ Poll ID: 792}</figure>

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Dieta mediterránea: una apuesta para combatir la resistencia a la insulina

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