La investigación biomédica y de bioingeniería ha encontrado técnicas de estimulación cerebral que permiten manipular circuitos neuronales específicos para lograr cambios en el estado de ánimo de los individuos. A continuación, se presenta una revisión de estas técnicas y su impacto en la salud mental. 

La sociedad actual parece tener un objetivo común: la búsqueda de la felicidad. Esta se entiende como un estado mental y emocional en el que los individuos experimenten sensaciones positivas de alegría y satisfacción por un largo periodo.1 Sin embargo, este objetivo es cada vez más retador y contradictorio, dado el constante aumento de la incidencia de enfermedad mental alrededor del mundo. 1En este sentido, la investigación biomédica y en biotecnología ha enfocado sus esfuerzos en el desarrollo de intervenciones personalizadas que puedan alterar el estado de ánimo del ser humano e impactar directamente en su salud mental. 1 <h3>Construir la felicidad</h3>Existen tratamientos innovadores para desórdenes específicos como el trastorno afectivo bipolar y la depresión, conocidos como electrocéuticos, que buscan la estimulación cerebral para modular circuitos neuronales que soporten funciones afectivas y cognitivas. Se basan en técnicas como la estimulación magnética transcraneal repetitiva, la estimulación cerebral profunda y la terapia magnética para convulsiones.1,2Estudios previos han demostrado la utilidad de la estimulación cerebral profunda en el tratamiento de la depresión, dado que hasta el 30% de los pacientes que la padecen no responden al tratamiento farmacológico convencional y la psicoterapia.2Los dispositivos de circuito cerrado son los más efectivos para conseguir este objetivo. Pueden censar la actividad cerebral, adaptar los parámetros de estimulación con base en los datos obtenidos y proveer respuestas deseadas de manera inmediata.1Estudios experimentales con nuevas técnicas como la optogenética se han convertido en herramientas fundamentales para entender las bases neurobiológicas de la enfermedad mental.1La optogenética es una técnica que permite controlar o monitorizar la actividad neuronal mediante luz y la introducción genética de proteínas sensibles a ella como canalrodopsina, halorodopsina y arquerorodopsina.3En modelos animales, permite la manipulación precisa de neuronas específicas para modificar respuestas comportamentales.1Estas técnicas, con las que se pueden modificar circuitos cerebrales, son las que potencialmente permitirán regular de manera dinámica el estado de ánimo de los individuos, así como proveer estados prolongados de bienestar y felicidad de manera dirigida. 1<h3>Bioingeniería y salud mental</h3>Existen intervenciones personalizadas que hacen posible el bienestar mediante dispositivos con circuitos cerrados. Ya se han estudiado para el tratamiento de la epilepsia y trastornos del movimiento. 1Con los dispositivos neuromoduladores no solo se podrán enviar estímulos eléctricos, sino también mandar señales neuroquímicas dirigidas o de drogas psicotrópicas específicas para mejorar significativamente el estado emocional de los pacientes. 1Los estudios actuales están virando hacia el desarrollo de dispositivos intra-cerebrales capaces de regular de forma inmediata las necesidades emocionales del individuo. Podría decirse que es casi como tener un médico constante en el cerebro que otorga un diagnóstico y lo traduce a una intervención terapéutica específica inmediata logrando un desenlace positivo. 1 Lo anterior abre numerosas preguntas en torno a qué tan éticas podrían llegar a ser este tipo de terapias. Transformar la humanidad en individuos constantemente felices y satisfechos aparenta ser un objetivo deseable, ¿pero realmente queremos modificar el estado de ánimo individual de manera artificial conforme al gusto personal o las expectativas sociales?1El estado constante de felicidad podría hacer perder el significado real de los pequeños momentos de alegría. La serenidad permanente podría inclusive disminuir la reactividad ante estímulos nocivos, lo que impactaría directamente en la toma de decisiones y la interacción social.1Adicionalmente, podría aumentar más la brecha de inequidades en salud, dado que las sociedades con mayor poder adquisitivo serían las que primero accederían a este tipo de terapia.1Finalmente, la producción cultural y la creatividad podrían estancarse en el contexto de un estado constante de felicidad.1<h3>Conclusiones</h3>Las nuevas técnicas de bioingeniería ya mencionadas podrán darnos la posibilidad de regular el estado de ánimo de los seres humanos de forma dirigida y personalizada, lo que probablemente cambiaría la sociedad de manera profunda, incluyendo la posibilidad de participar y conectar socialmente con otros.1Podrían también aumentar conductas de riesgo, alterar las interacciones sociales, disminuir la empatía hacia el dolor de otros y disminuir la preocupación por temas sociales de interés colectivo.1Estos dispositivos, además, serían suceptibles de ser utilizados para manipulación con objetivos netamente comerciales. 1Indiscutiblemente, la investigación al respecto debe continuar con el noble objetivo de encontrar mejores opciones de tratamiento para pacientes con enfermedad mental refractaria al tratamiento con técnicas convencionales. Sin embargo, los dispositivos no deben utilizarse de forma indiscriminada en el día a día en individuos sanos que solo buscan estados permanentes de paz y felicidad. <h4>Comentario editorial</h4>Encontrar técnicas innovadoras que permitan el tratamiento de pacientes con trastornos mentales refractarios al tratamiento farmacológico convencional es fundamental. Sin embargo, se deben hacer esfuerzos imporantes para evitar el uso de estas técnicas de manera indiscriminada con el solo obejtivo de modificar el estado de ánimo sin tener realmente un objetivo terapéutico. ¿Qué otros retos éticos considera que se podrían enfrentar con el uso de estas técnicas?

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Biotecnología y salud mental: la ingeniería de la mente

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